El hombre que gobernó ya no está presente, pero el imaginario sugiere con insistencia su presencia. Antes de él nada y después, todo porque “la gente no es racional”, dice el consiglieri, en la oficina desde donde se ejerce el poder absoluto, frente a la mujer convertida en la primera gobernante de la historia de Puebla.

Envuelta en su impecable traje sastre azul y el cabello claro sobre los hombros, escucha a sus dos interlocutores sobre la conveniencia de la agenda inmediata. Flota en el ambiente la desconfianza producto de intereses porque la política es así. El ejercicio del poder no admite titubeos.

Pero el personaje central se permite una licencia: “el dolor es el dolor”, dice frente a la cámara y deja con vida un ave encontrada en la casa de gobierno. Es la antítesis de su consorte, ausente, que antes había convertido una frase en santo y seña de su gobierno: “hay dos clases de dolor, el que te hace fuerte y el inútil. No tengo paciencia para las cosas inútiles”.

Se trata del primer capítulo de la última serie House of cards en la que la actriz Robin Wright protagoniza a Claire Underwood, esposa de un desvanecido Francis, quien en las primeras temporadas complota para saltar de un modesto cargo en el congreso hasta la presidencia del país más poderoso.

Fue de los trillers de ficción más exitosos, pero no se aleja mucho de la nueva realidad que se vive en Puebla, tras la ratificación del triunfo de Martha Erika Alonso Hidalgo en una muy intensa sesión de pleno de la Sala Superior este sábado.

Los retos de un gobierno como el que encabezará a partir del próximo fin de semana tiene orígenes internos y exógenos que obligan a una pregunta obligada: con quienes va a gobernar?

Si Alonso Hidalgo quiere ejercer autoridad sin tener que sacrificar al ave que posee en las manos —Claire Underwood, dixit—, necesita de la presencia fuerte de un perfil a quien no le tiemble la mano cumplir con la encomienda de meter orden en la vida pública.

A Melquiades Morales Flores le funcionó. El afable y atento gobernador capaz de cosechar 2 mil compadrazgos nunca se le reprochó más nada, que haber tenido a un secretario de Gobernación implacable.

El maloso le dicen aunque nadie quiere mencionar su nombre, posee el pulso de la realpolitik y operó de principio a fin en la construcción de la historia reciente y es Eukid Castañón, sembrador de tempestades.

Una buena dupla con quien ahora es el titular de Seguridad Pública, Jesús Morales Rodríguez. La fórmula para tener el antídoto por el virus de la ingobernabilidad e inseguridad bien vale la pena.

Un funcionario cuyo método de trabajo quedó de manifiesto desde que en el pasado transitó por la iniciativa privada es Luis Banck, cuyo oficio fue evidente en el grupo desde que como edil capitalino decidió no jugar por un cargo de elección popular, lo que permitió restar presión en un tiempo coyuntural.

Y es la oportunidad de pagar facturas añejas. En ese historial del pasado una amistad de juventudes de la gobernadora, como Jorge Aguilar. Jugó como candidato en las peores condiciones, aun sabiendo que iría a un sacrifico frente a una oleada morenista prácticamente infalible.

La baraja está en la mesa. Las cartas que deba jugar la nueva inquilina de Casa Puebla deberá incluir una variable insoslayable: que el repartidor no sea el coordinador de senadores panistas de quien tanto ha costado deslindarse. Como en la última temporada de House of cards, el final aún no se tiene suficiente claridad.