La mala señal para un gobierno que apenas amanece es la presencia ominosa de dos perfiles que han dado muestra evidente de abuso del cargo en beneficio propio como Jesús Rodríguez Almeida en la Secretaría General de Gobierno y Fernando Rosales Solis, en la Secretaría de Seguridad Pública.

Uno ya otro en distinto momento han dado muestras de las expresiones de lo que la sociedad reprueban del sistema político que se resiste a ceder a nuevas formas de hacer gobierno, políticas públicas legítimas para una sociedad demandante y críticas y apego al principio en desuso que se supone rige al servicio público: la honestidad.

Rodríguez Almeida y Rosales Solis son todo, menos esa virtuosa definición de trabajadores al servicio de un gobierno que exigió respeto a la voluntad de los poblanos en las urnas.

No se puede entender que la mayoría de los votantes haya optado en las urnas por una oferta política detrás de la cual, como letras chiquitas en un contrato leonino, se haya escondido el de los casi seguros futuros secretario de Seguridad Pública y de Gobierno.

La gobernadora Martha Erika Alonso Hidalgo manda una mala señal desde el momento en que comienza su gestión pública con ambos personajes en áreas estratégicas para la pacificación del estado y el control del hampa que robó tranquilidad y bienes a gente de bien.

Rodríguez Almeida ha sido un ineficaz secretario de Seguridad con Miguel Ángel Mancera en la Ciudad de México que tuvo que ser removido cuando los encontronazos con los llamados anarkos, pero que sin embargo permitió que las puertas de la capital del país se abrieran a la delincuencia organizada.

En Puebla sucedió a Facundo Rosas, el ex titular del área a quien nadie le quiso fincar responsabilidades por tener en sus más cercanos colaboradores a los encubridores de huachicoleros en el llamado triángulo rojo.

En el caso de Fernando Rosales, un sobrevalorado responsable del área de Secuestro y Delitos de Alto Impacto capaz de espiar a los adversarios que encuentra en el camino, ha sido más eficaz para ofrecer cuentas de vidrio que piedras preciosas. Un engaña bobos.

Lo que no podrá explicar es el patrimonio acumulado a los largo de su paso en el servicio público: salones de fiesta, hoteles, una cadena de tortillerías y hasta un departamento en la exclusiva zona de Polanco en la Ciudad de México, cuyo costo no podría sufragar con los ingresos como servidor público.

La víspera del anuncio de su nombramiento, los mandos e integrantes del grupo de la Marina Armada de México ya preparaba su partida de Puebla por la desconfianza que tienen en el desempeño de Fernando Rosales, lo que resulta delicado.

Malas señales del gobierno que se estrena este viernes, con el arribo de la primera mujer a Casa Puebla, misma que durante largos meses se empeñó en guardar distancia de quien fue capaz de reclutar entre 2011 y 2017 a personajes siniestros como Facundo Rosas, Rodríguez Almeida y el propio Rosales, el senador Rafael Moreno Valle.

En el sótano...

1.- Suena para el Secretariado Ejecutivo del Consejo Estatal de Coordinación del Sistema de Seguridad, Jesús Morales Rodríguez. El ex secretario de Seguridad Pública no sólo estuvo en donde debió, sino que consiguió ganar la confianza de la tropa policial, luego de la división que generó en el gremio Facundo Rosas y el propio Rodríguez Almeida.

2.- Otro Morales, pero Fernando, deberá esperar un mejor momento para integrarse al nuevo gabinete. Primo de Jesús Morales ha demostrado ser un torpe operador para sacar las encomiendas que se la han entregado. Eso no significa que no alcance boleto. Mientras deberá esperar en el escritorio de gerente del Movimiento Ciudadano.

3.- Luis Banck extendió su influencia. No sólo consiguió la jefatura de la Oficina de la Gobernadora, sino colocar en Infraestructura a su ex colaborador en el ayuntamiento, David Aysa. Con ese nombramiento quien parece perder es el grupo de Luis Maldonado, que esperaba la nominación para Diego Corona.