En la resolución sobre el juicio de nulidad de elección en Puebla nadie puede decirse sorprendido. Ambos frentes sabían las reglas del mismo y que el objetivo final se centraba en conquistar cuatro de los siete votos de los magistrados que componen la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal.

Tan lo sabían, que la noche del viernes previo a la sesión, ambos grupos contaban con tres votos. El empate se hizo público, tras las filtraciones de los propios equipos que conforman las ponencias de los siete colegiados.

No se vale lloriquear por el juego sucio del rival, cuando todos conocían las reglas y las aceptaron.

Y las reglas eran muy simples, el que logré cuatro votos gana.

Desde el inicio del juicio ambas partes sabían que más allá de lo jurídico y del peso de las pruebas, la clave estaba en la seducción de cuatro de siete.

Una compra oculta de conciencias era la fórmula del éxito.

Y ahí fue en donde Morena perdió de vista que la conciencia del cuarto voto, pertenecía ya al grupo morenovallista.

Dicen que es más fuerte una complicidad que la más grande amistad.

Y revisando la historia entre Otálora Malassis y Moreno Valle podríamos encontrar la liga que cargó la balanza en favor de la ahora gobernadora.

La actitud de la magistrada Janine Otálora Malassis en el caso Puebla, tal vez no debiera sorprendernos, ya que los nexos con Rafael no provienen de la pasada elección, sino de mucho antes, donde sus fallos favorecieron al morenovallismo. Aquí la historia.

Hay un hecho concreto que demuestra cómo la presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le hacía favores al coordinador de los senadores de Acción Nacional, quitándole de enfrente a sus enemigos políticos. Me refiero al caso de la entonces diputada del PRD, Socorro Quezada Tiempo quien fue expulsada del Sol Azteca.

Convencida de que le asistía la razón y confiada que en casos similares se había restituido de sus derechos partidistas a perredistas expulsados, Socorro Quezada Tiempo recurrió a la instancia federal para presentar su recurso, ya que su falta había sido la de ir en contra de alianzas con el Partido Acción Nacional y que se respetaran los acuerdos del Congreso Nacional.

Sin embargo el tribunal, falló en contra de la experredista.  

Considerando que dos de los tres magistrados que decidieron ratificar a Martha Erika son incondicionales a Moreno Valle y que no iban a tomar una decisión sin consultárselo, o bien a negarle un favor a su jefe político, tenemos claro el nivel de relación de la magistrada con el hoy senador.

Es extraño que ninguno de los perredistas que abiertamente operaron para el PAN en el 2016 hayan sido expulsados y se diera la protección del tribunal federal a los mismos, y que la principal opositora al ex gobernador en el Congreso, sí haya sido sancionada.

Quizá después de este último favor, en lugar de que una sala del tribunal electoral estatal lleve su nombre, lo que deberían hacer es ponerle a Ciudad Judicial: “Janine Otálora Malassis”.

Honor, a quien honor merece.