En medio de la mayor crisis política que nos haya tocado vivir a los poblanos, la incertidumbre por la definición del que será el gobernador interino se complica por un factor ajeno a quienes habitamos este estado.

Mucho se ha hablado de las circunstancias que rodean las negociaciones para decidir al gobernador que de manera temporal se encargará de organizar la elección del 2 de junio.

Hasta el cansancio hemos escuchado qué hay una promesa de la presidencia, de respetar al PAN este interinato; también se ha insistido en que los grupos locales de Morena se resisten a entregarle la posición a los morenovallistas, la ara lo cual ya perfilaban a Gabriel Biestro. Nuevas versiones crecieron después de que se desmoronara la aspiración de Biestro, a la par de que la propuesta de la continuidad de Rodríguez Almeida también se ha empantanado. 

De ahí retomó fuerza la figura de Guillermo Pacheco Pulido como una figura neutral, con la salvedad de su liga con Luis Miguel Barbosa por la presencia de su hijo Javier en el equipo del ex candidato morenista.

Otro nombre fresco es el de José Luis Flores, aunque también ligado a otro personaje del bando lopezobradorista, por su conocida cercanía con el ex gobernador y actual director de CFE Manuel Bartlett Díaz.

Al final, todas estas no dejan de ser versiones extraoficiales, que dependen de manera directa de la decisión única y exclusiva de Andrés Manuel López Obrador. Y es aquí en donde ese factor ajeno a Puebla del que escribí al inicio de esta entrega toma un valor superlativo.

En uno de esos constantes caprichos de la política, la decisión del gobernador interino en Puebla coincidió con dos temas de vital importancia para el Presidente de la República.

Me refiero a la votación de la reforma constitucional para aprobar la creación de la Guardia Civil y a la aprobación del Fiscal General de la República, que todo apunta a un fiscal carnal. En ambas, el voto panista irá en contra de la propuesta presidencial, por lo que los operadores de Morena se vieron en la necesidad de negociar con el PRI ante la negativa azul.

Esta postura legislativa del bloque panista, no puede verse en lo particular; la votación contra los intereses de la presidencia pueden tener consecuencias funestas contra los intereses del panismo poblano, quienes hoy lo único que tienen es la promesa de la secretaria Sánchez Cordero en Casa Puebla de considerar respetar al PAN el gobierno interino. Promesa que por cierto se dio, minutos antes de que le gritaran: “asesinos, asesinos”, en el funeral de estado.

Ahora la pregunta es: ¿hasta donde resistirá la promesa de Casa Puebla?

Veremos y diremos.