“... yo cuando no gano, empato”, le dijo Rafael Moreno Valle al periodista Enrique Núñez en un encuentro que el propio director de Intolerancia Diario tuvo de manera fortuita en Casa Puebla, hace unos meses y del que escribió en de diciembre pasado.
Nada de eso supo Marcelo García Almaguer. De eso quedó patente el lunes en la sesión de Congreso para designar a Guillermo Pacheco Pulido como gobernador interino. Incapaz de articular una defensa de la carta de su grupo, entregó la plaza: se abstuvo de defender a Jesús Rodríguez Almeida. De Gerardo Islas ya ni detenerse.
No sólo eso, sino que al final de la votación en el pleno, el “estratega de medios” del difunto Rafael Moreno Valle no fue capaz siquiera de contener el voto del Frente que se volcó por la carta de Juntos Haremos Historia. Si Rafael viviera, se vuelve a donde está en este momento.
No sólo porque se vio imposibilitado políticamente para defender la causa del grupo sino por haber entregado la plaza. Y lo hizo de la forma más ostensible hasta para los no iniciados en el arte de la interpretación política.
Un dato que resulta insoslayable es la asistencia a una sesión de designación en el salón de plenos que el propio Frente ninguneó cuando en el Congreso se dispuso una ceremonia para que la difunda Martha Erika Alonso protestara el cargo como gobernadora, el 14 de diciembre.
Ayer en cambio todos asistieron al otro ceremonial, el de Pacheco Pulido. En el teléfono móvil del coordinador de la bancada del Partido Acción Nacional quedará para la memoria la selfie que el misma García Almaguer plasmó, obsequioso, con el nuevo gobernador.
La idea de que siempre adoleció de capacidades para el cargo en el que se le impuso, resultó en el imaginario de lo que queda del grupo con un recurso contumaz: pagar el boleto de avión a su natal Monterrey para exiliarlo.
Impulsor de campañas negras en redes sociales y líneas editoriales de columnistas de baja estofa, evidenció su mala preparación para la tarea parlamentaria. Dejó pasar varias oportunidades para frenar la maquinaria política que le pasó encima.
Sin conocimiento de la técnica legislativa fue incapaz de operar para evitar que la votación de la terna fuera depurada en una junta de notables en que se convirtió la Junta de Gobierno y Coordinación Política, de la que él mismo forma parte. Lejos de llevar la discusión al pleno en donde habría encontrado más puntos de apoyo, fue omiso.
Dos momentos retratan su conducta en el ámbito legislativo: primero se abstuvo de votar el dictamen de la comisión y luego votó en favor de la designación. Gabriel Biestro, el presidente del Congreso salió ganador con el amplio consenso obtenido. Y cómo en política no siempre la suma de 2 más 2 son cuatro, tenemos un perdedor.
El nombre es evidente y es, además, depositario del enojo de quienes fueron en algún momento sus compañeros de aventura de lo que antes se conoció como el morenovallismo.
Rafael, el jefe del grupo que falleció el 24 de diciembre con el desplome del helicóptero debió preverlo. No sólo no pudo empatar el tablero en la designación, sino que perdió desde el momento en que se inclinó por imponer al inoperante García Almaguer.