La Secretaría de Seguridad Pública al mando de Fernando Rosales Solís se convirtió en la materialización del viejo refrán que dice: en casa de herrero azadón de palo. Y es que no sólo no ha podido prevenir el delito, sino al contrario, sucede en el interior de la ¿temible? dependencia.

Desde que se convirtió en el titular del área, alrededor de su oficina suceden un conjunto de anomalías difíciles de imaginar al margen del conocimiento de quien encabezó la Fiscalía de Secuestros y Delitos de Alto Impacto en los tenebrosos tiempos de Víctor Carrancá Bourget.

Epicentro de actos ilegales, está el despacho de defensa laboral Representaciones Albis SA de CV, en el Bulevar Hermanos Serdán 689 - A, manejado por tres funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública en el área de Asuntos Internos. Se trata de Germán Romero Salvatori, director; y sus subalternos, Luis Huerta Álvarez y Anais Bravo Flores.

Jueces y defensores de los conflictos laborales propiciados por el director de Recursos Humanos, Humberto Moreno Tízatl, los hace a todos entrar en un claro conflicto de intereses con ganancias de entre 30 y 50 por ciento de comisión para resolver y concluir sentencias de elementos policiacos de diverso rango.

El manejo de información privilegiada desde la Dirección de Recursos Humanos y la de Asuntos Internos, manejadas por Moreno Tízatl y Romero Salvatori ha generado un sangría presupuestal permanente a la Secretaría de Seguridad Pública de Puebla y engrosado los bolsillos de los involucrados.

Y no es todo porque el responsable del manejo de Recursos Humanos, impulsado por el subsecretario de Desarrollo Institucional y Administración Policial, Carlos Belchez Contreras, mantiene a un conjunto de “operadores” que tienen más perfil de aviador.

¿Nombres?

Massiel Pérez Arteaga, Pablo Montiel Brito, Juan Carlos Guerra Sánchez, Germán Reyes Ayala, Octavio Pérez Ventura, Yanet Pineda Martínez, Yolanda Flores Martínez y Luz Pascuala Barrios, quien es además esposa de Romero Salvatori, director de Asuntos Internos.

Las evidencias del paso de este conjunto de funcionarios, proveedores y coyotes laborales operan todos los días y en horario de trabajo. El clima de terror generado en el interior de la institución es palpable y sólo se puede entender a la luz del consentimiento del protegido de Víctor Carrancá Bourget, el secretario.

Con Fernando Rosales Solís los niveles de crecimiento del crimen que opera todo los días no sólo aumentó en las calles, sino que se trasladó al portento de edificio que aloja el Centro de Comando Control Cómputo y Comunicaciones de Puebla, en el municipio de Cuautlancingo.

La red de funcionarios involucrados constituye lo que más se acerca al modelo de delincuencia organizada de cuello blanco, inadmisible en el discurso de la Cuarta Transformación.

Hay elementos suficientes, por el número de involucrados en la trama delictuosa para comenzar a limpiar la casa.