Uno de los riesgos más graves de la democracia, está centrado en la posibilidad de entregarle el poder a un personaje que sufra de trastornos que pongan en riesgo a sus gobernados.

Quizá el más delicado de esos trastornos sea el complejo de inferioridad.

Y eso es exactamente lo que ha llevado a nuestro presidente a no asistir a la Cumbre G20 en donde se reunieron los jefes de estado de las principales potencias económicas del mundo.

No es casualidad que AMLO busque siempre estar en donde se siente cómodo.

Mítines con aduladores y acarreados; conferencias mañaneras a modo y bajo el cobijo de reporteros a modo en su mayoría; viajes a zonas populares; entrevistas controladas; empresarios de perfil medio; y todo en español.

No le gustan las entrevistas con periodistas críticos; evita a toda costa encuentros con las cúpulas nacionales; y en definitiva, no viaja al extranjero.

No hay que darle vueltas, López Obrador padece un agravado complejo de inferioridad.

En teoría, casi todos lo hemos padecido. No habría que espantarse porque de una u otra forma lo hemos vivido y sentido. Me explico:

¿En algún ámbito en tu vida, has estado en una reunión en la que por alguna razón te has sentido inferior al resto? ¿En algún lugar extraño a ti, has sentido que esas personas son superiores a ti? ¿Piensas que están mejor preparados que tú? Si la respuesta a algunas de estas cuestiones ha sido un «sí», es posible que estés familiarizado con el complejo de inferioridad.

El problema llega cuando eres un jefe de Estado y no estás dispuesto a enfrentar tu problema. Es más, huyes a esos escenarios y buscas lugares que te pongan por encima de los que te rodean.

Y eso es lo que hace nuestro Presidente. Es tan evidente que decidió enviar una carta de disculpa a los jefes de estado, argumentando que tenía que atender temas prioritarios en su país.

Vaya, vaya.

Imagínense a los presidentes de esas potencias leyendo su carta. Corrijo. Mejor ni lo imaginen. Es motivo de vergüenza nacional.

Como si en Estados Unidos, China y los países de Europa por citar a algunos de los asistentes los problemas no existieran.

Pero AMLO no está dispuesto a vencer su complejo. Y por esa razón no tuvimos presencia real —Ebrard fue un objeto decorativo que fue únicamente por las selfies— en un evento en donde se alcanzaron estos acuerdos:

Al final de la Cumbre del G20 en Osaka, los líderes políticos se comprometieron a través de la firma de un documento, a realizar un esfuerzo conjunto "para enfrentarse a los principales problemas económicos".

"Trabajaremos juntos para promover el crecimiento económico global, mientras aprovechamos el poder de la innovación tecnológica, en particular la digitalización, y sus aplicaciones para beneficio de todos", señala en un comunicado difundido este sábado.

¿Y qué dijeron los líderes del G20 sobre la economía mundial?

Los líderes del G-20 subrayaron que el crecimiento global "parece estar estabilizándose" y "en general, se estima una recuperación moderada este año y para 2020". Sin embargo, destacan que "las tensiones comerciales y geopolíticas han aumentado", por lo que aseguran "seguir acompañando esos riesgos y están preparados para tomar otras medidas".

"La política monetaria seguirá apoyando la actividad económica y asegurar la estabilidad de los precios, consistente con los mandatos de los bancos centrales", añadiendo que "las decisiones de los bancos centrales deben seguir bien comunicadas".

La reforma de la OMC fue otro de los temas discutidos durante la cumbre de dos días en Japón. En la declaración conjunta, los líderes reafirman "Es necesario el apoyo a la reforma de la OMC para ampliar sus funciones". También reconocen la importancia de los acuerdos bilaterales y regionales de libre comercio, consistentes con las normas de la OMC.

"Trabajamos para asegurar condiciones equitativas para promover un ambiente de negocios favorable".

Los cambios demográficos también formaron parte de la agenda

El impacto del envejecimiento de la población estuvo en discusión entre los líderes de los países del G20, que reconocieron la necesidad de adaptar políticas presupuestarias, monetarias, financieras y laborales.

¿Y qué creen? Que México no tuvo una representación real, porque nuestro Presidente tiene pavor a enfrentarse de tú a tú a estos poderosos jefes de Estado.

Y hasta un tuit emitió para justificar que no habla inglés. No hay que hablar inglés en el G20, para eso están los traductores simultáneos. Lo que sí no hay en el G20, es la cura para el complejo de inferioridad.

Pero eso sí, hoy se despachará con un discurso ante miles de lacayos, en su mayoría acarreados, en donde se sentirá superior a esa enorme masa, que aplaudirá cada una de sus frases triunfalistas, sin importar qué sean mentiras evidentes.

Y así lo veremos durante los próximos cinco años y medio. Cobijado por los que ve hacia abajo y evitando a los que siente superiores.