Desde hace algunas semanas el equipo de Lobos BUAP se encuentra en el ojo del huracán y no precisamente por los escándalos de sus jugadores o los resultados del equipo universitario que con las garras se sostiene en el máximo circuito del futbol mexicano.

Como usted debe saber, todo comenzó como un rumor, después los hechos fueron dándole el crédito a los bien enterados que originalmente fueron descalificados a priori. Pepe Hanan, columnista de esta casa fue uno de ellos.

El empresario Mario Mendívil, dueño de Lobos BUAP, a través de su empresa Garden Teas de México decidió que ya no quería lidiar con los asuntos del balompié y vendió la franquicia universitaria a Alejandra de la Vega, una empresaria de Ciudad Juárez que buscaba llevar el futbol al norte del país.

Y nótese que las palabras dueño y vendió se encuentran en cursivas porque efectivamente así se dieron las cosas, en el terreno de los supuestos y no de los hechos.

Resulta que en términos simples, el señor Mario Mendívil deshonró los principios básicos del comercio y vendió algo que ni era suyo ni tenía pagado, eso sí con la complicidad de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), quien se prestó al engaño y sirvió de aval. Nótense nuevamente las cursivas.

Mendívil quien ha jugado alevosamente en este enredo comercial, se ha querido colgar de una cláusula que señala que para hacer la transacción de la franquicia, él –a su decir- debería pagar 90 millones de pesos a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), lo que al empresario poblano se le olvidó o prefirió ocultar, es que dicha cláusula, la 2.5 del convenio firmado el 13 de diciembre del 2018, señala que en caso de venta o cesión su empresa “…pagará a la BUAP la cantidad de 90 millones de pesos como mínimo…”. Sí usted leyó bien, es el tope mínimo más no la cifra total ni final.

Ayer el columnista Ignacio El Fantasma Suárez publicó en el diario deportivo Récord una serie de documentos y apuntes en los que señala, además de esta fraudulenta acción del empresario poblano, que la universidad decidió no vender ni ceder la franquicia de Lobos a la empresaria de Ciudad Juárez ante el cúmulo de irregularidades, principalmente la falta de pago de Mendívil a la BUAP.

Le repito, no se trata sólo de que el depósito no estuvo a tiempo o de que Mario Mendívil haya tratado de ocultar a toda costa la venta del equipo. Es tan evidente el intento de agandallarse la franquicia que de acuerdo con el columnista de Récord: “La defensa de los Mendívil, que al momento de escribir estas líneas nos aseguraron sería Coello Trejo, el mismo que defiende a esa finísima y 'honorable' persona que es Emilio Lozoya”. De ese tamaño es el engaño.

Y en todo esto claro, hay víctimas colaterales, Alejandra de la Vega, la afición de Ciudad Juárez, la de Lobos, los jugadores y hasta la propia universidad. Y todo por no saber pagar.

A la lista de las cosas oscuras que están apareciendo en este contrato se suman algunos adeudos con los jugadores y hasta colaboradores del plantel universitario.

Así las cosas, cada día queda más que confirmado que Mario Mendívil incumplió con los convenios por lo cual la universidad ya está considerando aplicar la cláusula número cinco donde se señala: “Las partes acuerdan que en el caso de que NO se cumpliere alguna de las obligaciones señaladas en el presente convenio… este quedaría sin efecto, y las cosas volverán al estado jurídico en que se encontraban antes de la presente celebración”.

No se sorprenda si en breve los Lobos BUAP acaparan los titulares de los noticieros. Es evidente el dolo y la premeditación con la que actuó Mendívil, con la clara intención de embolsarse 180 millones, que le pertenecen a nuestra máxima casa de estudios.

Además de los 90 millones depositados en un juzgado, Mendívil deberá agregar 180 que están perfectamente establecidos en un primer contrato ente la BUAP y este personaje.

No hay que darle vueltas, detrás de la venta de Lobos BUAP, existe una maquiavélica operación, para defraudar a la universidad poblana por 180 millones que por derecho le pertenecen.

A todas luces, la voracidad y la ambición de Mario Mendívil lo movieron para desviar hacia su bolsillo esta enorme cantidad, sin importarle tirar por la borda su imagen y prestigio social.