La política es el arte de unir a las personas para alcanzar un propósito personal, para alcanzar un propósito común que generalmente mejora la situación actual y crea escenarios de esperanza de un mejor porvenir.
Por esta razón, toda actividad humana conlleva a hacer política, algunas veces buena, otras no tanto, pero todo es política.
La participación en esta actividad requiere disciplina, dedicación, tiempo y recursos para que sea efectiva. Requiere de lealtad y compromiso con uno mismo, para serlo con los demás.
La tarea de convocar es el punto de partida de la política; luego hacer un diagnóstico de la situación y proponer soluciones y, finalmente, es indispensable pasar a la acción, hacer que las cosas sucedan.
Sólo la participación garantiza un adecuado diagnóstico de la situación y la posible integración de políticas públicas; atender los problemas públicos con la participación de los interesados.
Y no es por lo tanto “lo que diga mi dedito” o levanten la mano los que quieren esto o aquello.
La política pública requiere de un diagnóstico serio y la obtención ordenada y fundada de propuestas de solución.
Hay una grave confusión entre programas de gobierno y políticas públicas, lo cual ha llevado a la imposición de caprichos o necedades que afectan el desarrollo de las comunidades.
Es cierto que la gente sabe lo que hay que hacer, pero hay que diferenciar claramente entre deseos y necesidades reales. Hay que conducir ordenadamente las soluciones. Hay que diferenciar aspectos como apoyo al ingreso o mejoramiento de los ingresos. Separar aquellos apoyos que la gente consigue mejor y ayudar en aquello que los ciudadanos no pueden obtener.
La participación política requiere de líderes que la promuevan, que inviten a los ciudadanos a la acción para tener un mejor entorno de vida.
Por ello adquiere relevancia el ejercicio democrático que este fin de semana llevó a cabo el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para la renovación de la dirigencia nacional.
Este partido que ha formado líderes que hoy son activos importantes en otros institutos políticos, ha contribuido a dar estabilidad social a México y ha creado las instituciones que hoy rigen la vida nacional.
Reprobables acciones de corrupción de algunos de sus militantes han provocado que la sociedad le de la espalda y lo haya enviado al tercer lugar de importancia entre las fuerzas políticas.
Pero en el PRI no todos somos corruptos y hoy durante este proceso de renovación de dirigencia hay una gran oportunidad para reorientar el actuar partidario, volver al origen y retomar las banderas de las causas sociales, a estar nuevamente cerca y entre la gente para recuperar la confianza de los mexicanos.
Con Alejandro Moreno Cárdenas y Carolina Giggiano Austria, militantes que iniciaron desde abajo y cuentan con una gran trayectoria y experiencia, no hay duda que el PRI podrá resurgir para seguir siendo una real y efectiva opción para el desarrollo de México.
La política todavía sigue siendo la mejor estrategia para resolver los problemas sociales y el PRI renovado seguirá siendo la fuerza impulsora de la sociedad.
Nos guste o no la política, siempre hay que estar cerca de donde se toman las decisiones para poder influir.
* Director Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas (CIAT) Puebla