Son morenovallistas de cepa Marcelo García Almaguer y Gerardo Islas Maldonado. Uno como furibundo orquestador de campañas negras a través de la estructura digital que construyó con dinero público o de la componenda con periodistas de dudosa reputación y el otro, como ferviente seguidor de los despropósitos de la frivolidad, el dispendio y la cleptocracia.

Juntos anduvieron locos de contentos cuando el régimen autocrático se instauró para mal de muchos y consuelo de tontos. Se placearon hasta el cansancio. Presumieron la cercanía con el poder local a quien supusieron con vida eterna, hasta que llegó el mal día de la caída del helicóptero que terminó con la vida del jefe de la camarilla, la gobernadora Martha Erika Alonso; los dos tripulantes y el joven asistente.

El vuelco de la historia los puso en un sitio indeseado: huérfanos auténticos se quedaron a la deriva hasta que ambos intentaron por sus propios medios guarecerse de la tormenta que amenaza con borrar lo que queda de un periodo de oprobio del que la prensa insumisa escribió y documentó de principio a fin.

Citar ese largo tramo de la historia reciente es pertinente a la luz de los criterios que ambos personajes menores han expresado en distintas formas respecto del trabajo del equipo periodístico del que me honro en formar parte y que ha buscado a través de diversos mecanismos, ofrecer contenidos puntuales sobre las imperfecciones de la vida pública.

Distanciados por razones coyunturales, estos hermanos gemelos del grupo en desahucio han descalificado con más impulso que razón el trabajo documental con lo que han terminado de confirmar la razón por la cual producen dos sentimientos en rededor: lástima e hilaridad.

García Almaguer, el master del branding, pero también de la intriga le pareció que una publicación en Parabólica.MX que adelantaba no lo dejarían pasar como miembro de pleno derecho en la Junta de Gobierno y Coordinación Política obedecía a una argucia de quien antes fue compañero de aventura: Islas Maldonado.

Como si se tratara del tiempo en que tiraba línea y columnas difamatorias para cobrar lo que suponía agravios en contra de quien en vida idolatró, se asumió víctima de una campaña pagada por Gerardo Islas. Pobre.

En las horas recientes, previo a la conmemoración del sismo del 19 de septiembre de 2017 el reportero Josel Moctezuma hizo lo que todo profesional del oficio debe poner en práctica: ir al lugar de los hechos y constatar lo que sucede en las zonas devastadas por el #S19.

La revelación de un conjunto de viviendas sin techo, semi abandonadas por la omisión, indolencia o probable corrupción incomodó al ex secretario de Desarrollo Social en el estado, ahora diputado de Nueva Alianza por la mixteca.

También descalificó el trabajo desplegado que se puede encontrar en el sitio de casa. Vio dolo, según su muy limitada visión del trabajo periodístico. 

Con esas reacciones se puede entender las razones por las que siempre se asumió desde fuera del  sistema que agoniza que más que tener operadores como García Almaguer e Islas Maldonado, se tenían porristas sin pompones.