Era octubre de 2017 cuando el hoy secretario del Trabajo, Abelardo Cuéllar fue cuestionado sobre si continuaría apoyando el proyecto de Morena rumbo al 2018. Respondió que la clase trabajadora tenía en esas elecciones una oportunidad importante para sacar a los neoliberales del poder, que no se debía perder ese momento histórico para concretar el proyecto lopezobradorista y así fue. El llamado mal gobierno fue derrotado a nivel nacional y un año más tarde, en Puebla.
En ese momento, Cuéllar Delgado, sostuvo que no iba a desaprovechar la oportunidad: “Se convocará a la gente a seguir haciendo conciencia para que se sume masivamente y en el 2018 se tenga el proyecto alternativo de nación”.
Hace dos años, mantenía su trabajo como asesor de gran parte de los burócratas despedidos en el sexenio de Rafael Moreno Valle. Lo mismo apoyaba a empleados de Finanzas que a maestros que se negaron a aplicar la prueba Enlace y fueron retirados de sus centros laborales.
Durante diversas ruedas de prensa acusó que durante el morenovallismo hubo una política de represión laboral en contra de los trabajadores del gobierno del estado, con despidos injustificados, terrorismo laboral y hasta acoso. La no renovación de contratos fue otra de las estrategias para adelgazar la burocracia. Las malas prácticas se aplicaron en dependencias, secretarías y hasta en los organismos descentralizados.
Denunció casos como el del Colegio de Bachilleres o el de los institutos tecnológicos como el de Zacatlán donde la libertad sindical fue coartada pues un número importante de los integrantes del Comité Ejecutivo fue despedido.
Informó que había presentado amparos indirectos para obligar al entonces gobernador a que señalara el día y la hora de las audiencias que marcaba la ley, para evitar que el órgano alargará aún más, los procedimientos; estaba pues, en su papel de abogado y defensor.
A la par del terrorismo laboral, el gobierno de Rafael controlaba el Tribunal de Arbitraje para retrasar las denuncias y los juicios laborales. Una de sus estrategias fue detener lo más posible la designación del titular para evadir los juicios y laudos laborales. Otra argucia fue recortar a la mitad de los trabajadores de ese tribunal para hace humanamente imposible la atención.
El resultado de todas estas artimañas es que hoy existen más de 32 mil expedientes rezagados y varios cientos de exburócratas que ganaron los juicios laborales, lo que representará un enorme gasto para la administración estatal por conceptos de indemnizaciones.
Aunque la idea de Rafael era adelgazar la nómina, para supuestamente generar ahorros, al final ocasionó que los damnificados se organizaran y conformaran un frente para exigir que se respetaran sus garantías laborales.
Y hago todo este recuento porque dos años después, el discurso del flamante secretario y sus hechos son totalmente opuestos.
Ante el anuncio del recorte en las dependencias estatales, que afectará a más de mil trabajadores, Abelardo Cuéllar no dio la cara y eso que hoy ya es parte del gobierno, que ya tiene un cargo como secretario del Trabajo.
El abogado que cuestionaba ante los medios de comunicación a los líderes charros, acudió a una reunión organizada por el líder de la CTM, Leobardo Soto Martínez, el pasado 9 de agosto. Sí, esa es una muestra más de que el discurso de Cuéllar Delgado está muy lejos de sus hechos.
La gran duda es que hará ahora el funcionario, recordará su época de defensor de los burócratas despedidos o se limitará a decir “sí señor” y repetirá todas esas malas prácticas que acusó durante los años del morenovallismo.