El próximo domingo se habrá cumplido el primer año de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación entregó el triunfo a Martha Erika Alonso Hidalgo, como gobernadora de Puebla, tras un largo conflicto post electoral.
Fue la noche de un largo sábado en ese 2018 en que se puso a prueba el aparto de justicia, las lealtades y las componendas. Sólo los adictos al grupo político de Rafael Moreno Valle asumían que el triunfo entregado en la mesa y no en las urnas era legítimo para la causa panista.
Por eso es que hay que entender que muchos de los que siguieron pie juntillas las instrucciones del jefe político del clan que ganó la contienda desde 2010, 2017, y presuntamente, en 2018 ahora se hayan subido al tren de la Cuarta Transformación, sin pudor alguno.
Es naturaleza humana que ayuda a comprender nuevos derroteros de quienes en el pasado fueron fieles seguidores del matrimonio que pereció con la caída del helicóptero Agusta el 24 de diciembre del año anterior.
Comprensible, pero no justificable. Uno de ellos, el diputado local Marcelo García Almaguer, autor de la distribución de una buena dosis de odio en plumas sumisas y redes sociales en tiempos de la gloria morenovallista, y de campaña.
Desde hace meses que busca la gracia de la cúpula del Movimiento Regeneración Nacional. El coqueteo ha llegado a niveles de abyección, aunque se empeñe en esconder la salamería contumaz.
En una entrevista con el diario El Popular extendió carta de defunción al grupo político de Moreno Valle, personaje a quien se le atribuyó la tramposa operación electoral que entronizó a su consorte en 2018.
No falta a la verdad cuando advierte la desaparición del grupo que produjo obscenas riquezas y cargos espurios para incondicionales de ocasión, que ahora ya no están.
Pero llama la atención que un año después de muerto, García Almaguer haya reconocido errores en la estrategia de su tutor político, pues en su momento fueron públicos y notorios los momentos en que tuvo que tragarse su dignidad por los regaños y humillaciones de que fue objeto en público.
Quiere ser candidato a la presidencia municipal este regiomontano, autor de campañas denigratorias en contra de personajes de la política local por el sólo hecho de no haber nacido en Puebla. Atizar el fuego de la xenofobia siempre fue condenable, eso siempre lo supo, pero el fin justificaba los medios.
García Almaguer debió saberlo, como tampoco le fue desconocido que la gente no es estúpida para olvidar que fue un personaje central en la trama que produjo enorme daño político y económico atribuible al grupo al que perteneció en Puebla.