Entré a la capilla de Valle de Los Ángeles al ver tantos rostro comunes, que simbolizan las diferentes épocas del poder en Puebla de inmediato me trasladé a aquellos años en donde el verdadero quinto poder tenía sólo un nombre y apellido: Enrique Montero Ponce.
Don Henry, como muchos le decían, disfrutó, ejerció y padeció como nadie el poder. Era un hombre duro, que puso en jaque a algunos gobernadores, mientras que con otros literalmente cogobernó.
El poder de Esquina y Tribuna Radiofónica iba más allá de un noticiero, era una oficina política con micrófonos abiertos. Ahí se conjuraban huelgas, se levantaban plantones, se limpiaban las calles de ambulantes, se salvaba el fútbol, se caían candidaturas y hasta se resolvían pleitos de vecinos. Todo porque lo decía Montero.
Odiado por muchos, querido por más, era la referencia obligada. Nada pasaba en Puebla si no lo decía Montero. Era un monopolio gestor. Una singular versión de un defensor de oficio pero —insisto— con los micrófonos abiertos. Este señor litigaba al aire mientras todo Puebla lo escuchaba. Es quizá el antecedente de los reality shows que tanto nos sorprenden en la actualidad.
En su momento, nadie podía competirle, el rating era de él y de nadie más.
Y —quienes no lo vivieron, por edad o por no ser poblanos— créanme que no exagero cuando digo que Montero Ponce cogobernó Puebla. Con la única diferencia de que ellos se iban cada seis y él permaneció por ahí 50 años.
¿Polémico? Sí. ¿Controvertido? También. Pero sin duda, es el periodista más importante y poderoso qué haya visto Puebla.
Hasta siempre maestro.
Barbosa y su vínculo con AMLO
No es casual que se hayan vuelto cotidianas las giras del Presidente por Puebla.
Los lazos entre Luis Miguel Barbosa y Andrés Manuel López Obrador parecen más sólidos de lo que muchos imaginaros.
Son nueve visitas a Puebla desde que arrancó el gobierno barbosista y en la de este fin de semana se anunciaron dos de los programas más importantes de la Presidencia que son Sembrando Vida y el de Infraestructura Carretera.
Y en ese sentido, independiente de que nos guste o no el sentido de los programas federales, son recursos frescos que mucho ayudarán al estado.