Limpiar de corrupción la estructura gubernamental, como se lo ha propuesto el gobernador Miguel Barbosa parece tarea titánica. La práctica profundizó en los últimos años y es de dominio público.
El propósito de la presencia en la entidad de José Ángel Gurria, secretario general para la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, cuya sede se encuentra en París, Francia para impulsar mecanismos que eviten el manejo inescrupuloso del dinero público, poca efectividad podría tener a la luz de un conjunto de oportunistas que no ha dejado de tomar lo que no es suyo.
Y confirma que la presencia de servidores públicos sin espíritu de servicio para convertir la gestión pública en fuente ilegal de ingresos personales hizo de las últimas gestiones gubernamentales un aparato cleptocrático sin remedio.
Al autor de la Parabólica.MX hicieron llegar un conjunto de evidencias y testimonios del saqueo y huachicoleo en la Dirección de Bomberos, incorporada a la Secretaría de Seguridad Pública estatal.
Se trata del director de Bomberos, Julián Palomar Del Valle y del Comandante de la Estación Francisco I. Madero, Francisco Javier Islas Gómez.
Desde que llegaron a esa responsabilidad en tiempos de Rafael Moreno Valle, se dedicaron al robo de gasolina y diésel con que operan ambulancias y camiones cisterna que luego venden en el mercado negro.
Ver para creer: utilizan ambulancias para camuflar el trasiego del producto robado, cuyas ganancias podrían ascender a los 600 mil pesos mensuales, según cálculos conservadores.
Como si se tratara de un derecho de sangre, toda una dinastía opera la red de robos en la Dirección de Bomberos: el hermano del comandante, Jonathan Leal Gómez; su cuñado, Salvador López Méndez; y los primos del comandante, Pablo Fernando García García y Jonathan Emmanuel García García; forman parte todos de la mafia huachicoleros.
Para poder mover en las noches el combustible robado son utilizadas las ambulancias que están dispuestas para el auxilio de la sociedad. En lugar de paramédicos en el interior, viaja un grupo de ladrones; en lugar de equipo de asistencia para emergencias, bidones cargados de gasolina robada.
Entre los elementos del cuerpo de Bomberos existe fundada molestia. Desde hace años no se les ha dotado de equipo para el trabajo y con el que cuentan ya caducó. El combustible para mover las unidades, es cotidianamente regateado, pues la entrega de gasolina y diésel para el uso institucional significa pérdidas económicas para los huachicoleros que operan en esa área. La OCDE de Gurría y el discurso por el combate a los ladrones en la esfera pública debería alcanzar a esta mafia que heredó el régimen marido del pasado.