La mente más articulada, calculadora y estratégica que se nos vendió detrás del perfil de Fernando Manzanilla, volvió a errar. Ahora como en el pasado volvió a dejar un reguero de pistas que llevan hasta la madriguera en la que cocina el larvario para el caldo de cultivo del día. En algo tiene razón: “todo es cíclico”.

El terso discurso con el que se despidió del gabinete la semana previa tornó en campaña negra en medios y redes. Refleja un afán de desquite lleno de virulencia que se atribuye sólo a él y nadie más.

Teórico de la felicidad, destina hiel.

Y como no ha sido posible establecer aún asomo de corrupción o componenda para favorecer grupos empresariales, políticos o mediáticos como ocurrió con Rafael Moreno Valle, Antonio Gali y Guillermo Pacheco Pulido, la estrategia ideada para golpear al gobernador Miguel Barbosa fue su estado de salud y condición física, como ya había sucedido en la primera y segunda campaña en 2018 y 2019.

En un sistema político en el que es tabú el expediente médico y clínico de gobernadores y presidentes, el alegato por la forma en la que se ejerce el poder público prendió en círculos de poder, adictos a la maledicencia y el rumor.

A mitad de la semana pasada el editor de un medio en la Ciudad de México recibió la instrucción de meterse a trabajar sobre la salud del gobernador de Puebla y un supuesto estado de la República inmovilizado por la ‘precariedad’ de un gobernador doblegado por la precaria salud, cuando en realidad se preparaba la visita del Secretario de Desarrollo Rural y el fin de semana, el de Educación.

La prensa chilanga volvía a llegar tarde y a destiempo a un debate que había sido superado entre los poblanos desde hace meses por la terquedad de un mandatario en gobernar en las condiciones en las que lo hace: con horas excesivas que terminan hasta el amanecer en muchas veces.

Pero como la evidencia de esa circunstancia no sirve más allá de la  maledicencia de grupos de presión y las legiones de idiotas (Humberto Eco, dixit) que repercuten sin asomo de pudor la mala leche del día, acaso ha servido para el morbo de un grupo pequeño que aún supone que la cruzada democrática pasa por la divulgación de fake news en redes sociales, sin asomo alguno de honorabilidad y racionalidad.