El movimiento estudiantil obtuvo una victoria más. La universidad anunció su disposición para instalar mesas de diálogo que atiendan las demandas internas de la última semana, principalmente las referentes al acoso.
El rector, Alfonso Esparza, demostró su compromiso y participará en la Comisión de Académicos, sus acciones se suman a la solicitud que realizó este domingo para que en el marco de las libertades, los jóvenes que tienen tomados los accesos, permitan la entrada a los administrativos y a algunos investigadores en el área de la Salud, a fin de no retrasar más la convocatoria de Admisión ni perder los avances científicos que se realizan en la Casa de Estudios.
La administración central, con base en la propuesta del Rector, informa de las comisiones que estarán en disposición de establecer las mesas de diálogo con las comisiones de las asambleas estudiantiles, a fin de avanzar en las negociaciones respectivas. pic.twitter.com/QHKH9ZsBti
— BUAP (@BUAPoficial) March 2, 2020
En su comunicado, el rector reitero que la demanda de seguridad que ha llevado a los jóvenes a mantener marchas por seis días consecutivos es “justa” y que mantiene su apoyo al paro indefinido que avaló la asamblea estudiantil, sin embargo reitera el llamado a que no se afecte a los futuros estudiantes ni se desperdicien las horas que ya se han invertido en los laboratorios.
— ALFONSO ESPARZA O. (@alfonsoesparzao) March 1, 2020
Cayó El Negro, un auténtico pájaro de cuentas
Este fin de semana, cuando Raciel López no terminaba aun de desempacar todas las maletas, un fuerte golpe al crimen organizado se asestó en Puebla. La detención de Marco Antonio T. V., demostró que el combate a la delincuencia en el estado, va en serio.
El hombre que lo mismo dirigía el negocio del narcomenudeo, que el de la piratería, la trata de personas, el ambulantaje y hasta los robos a transportistas, por fin enfrenta a la justicia, con lo que se espera disminuir drásticamente la violencia y la inseguridad en el estado, concretamente en la zona conurbada de Puebla.
Marco Antonio Torres controla los grupos delictivos de asaltantes, extorsionadores y narcomenudistas que operan en los mercados; Xonaca, Unión, Morelos, La Acocota, La Fayuca y hasta en la 46 ponente.
También se le responsabiliza de un gran número de ejecuciones de mujeres y hombres en el estado de Puebla, así como el abandono de cadáveres en la zona conurbada.
El gobierno de Miguel Barbosa conoció de los apodos de Marco Antonio Torres: El Buda, El Madrina, El Chiva, El Negro, El Gordo, El Marino y EI Bombón. También se tenía claro que nació en julio de 1975, por lo que al día de hoy cuenta con 44 años.
Poco a poco las dependencias y los encargados de tareas de inteligencia fueron armando sus nexos familiares y sus antecedentes, así supieron que fue policía operativo en el Estado de México, en el área de Agrupamiento 64. También confirmaron que en 2008 fue detenido por robo calificado y que obtuvo su libertad hace más de una década.
Sobre la ubicación de Marco Antonio se supo que vivió en una hacienda por la Colonia Coyopotrero, que se había hecho de la propiedad después de asesinar al dueño, con quien trabajaba como encargado.
También se documentaron minuciosamente las acciones de Torres Vázquez. Así se supo que controlaba la actividad delictiva en la zona conurbada de Puebla, incluyendo el narcomenudeo y la venta de mercancía pirata en prácticamente todos los mercados de la capital, además diversos cabecillas le rendían cuentas por ambulantaje, prostitución y toleraba u ordenaba robos a casa habitación y robos a transporte de pasajeros.
Marco Antonio era el jefe de jefes. A él le rendía cuentas José Christian Romero Aguirre, alias El Grillo, peligroso delincuente a quien se le atribuye el terror de las elecciones de 2018 y los cadáveres en el Mercado Morelos.
De igual manera lideraba a Dionisio Federico Saca, alias El Nava, encargado de organizar los grupos operativos para las acciones delincuenciales y ajuste de cuentas. Además está vinculado con la banda de Roberto de los Santos de Jesús, alias El Bukanas, en el Triángulo Rojo.
También le rendían cuentas Alejandro Coyotzi alias El Chupón, policía estatal de los Grupos Especiales, que opera en el Mercado Hidalgo.
Otros cabecillas que también estaban supeditados a Marco Antonio Torres son Leonardo, alias El Masha dedicado al robo a casa-habitación y transporte de carga; Abraham Hernández Coyote, alias El Croquis, señalado por feminicidio; y Miguel Ángel Ortiz Tentle y/o Vicente Hoyos, alias El Diablo de Analco, operador que controla y extorsiona a comerciantes de la 46 poniente.
Como vera, se trata de un pez bastante gordo.