Una de las muchas cosas que debemos aprender en esta pandemia es dejar de estigmatizar a las personas que se contagian con algún virus y de paso, entender que la transparencia, esa a la que tanto temen los gobiernos y las empresas privadas, puede ser una excelente aliada en las políticas públicas.

Mi revelación sobre los tres casos en el Hospital Ángeles no es una crítica al centro médico, ni se trata de una denuncia en su contra; la razón es muy simple: transparentar y abrir la información de contagios de doctores, especialistas y enfermeros.

Ocultar los casos positivos confirmados en ese, como en otros hospitales, sólo impedirá que los gobiernos puedan implementar las políticas necesarias para controlar la cadena de contagios.

Recordemos que un portador puede presentar los primeros síntomas hasta 14 días después de haber sido contagiado, es decir, que durante dos semanas continuó con sus actividades normales y en contacto con muchas personas, sobre todo si la naturaleza de sus labores son catalogadas como esenciales o estratégicas, que es precisamente el caso de los médicos y del personal de salud.

Si en lugar de ocultar de manera sistemática, los nosocomios abren su información, reservando los datos personales y sensibles, será mucho más fácil identificar cuáles fueron los pacientes del doctor A o del especialista Z que estuvieron en contacto con ellos mientras el Covid 19 se incubaba.

De esa manera no sólo el médico, los enfermeros y químicos, estarían en cuarentena, si no también todos aquellos pacientes y sus acompañantes que estuvieron en contacto con este personal.

Esta técnica no es una simple ocurrencia, en Corea aplicaron un esquema similar, donde además de realizar muchas, pero muchas pruebas, también cruzaron la información de contacto, identificando y focalizando los brotes. No es casualidad que este país haya logrado evitar que la curva de contagios se disparara como en Italia o España.

Hoy por hoy, Corea es el país en el mundo que puso el ejemplo de cómo debemos enfrentar la guerra contra el Coronavirus y sin la necesidad de parar las actividades económicas de esa nación ni obligar al confinamiento masivo.

Por ello mi exigencia a que se hiciera pública la información por parte del Hospital Ángeles, dando a conocer los nombres de la especialista Ana Bertha Arizpe, el cardiólogo Guillermo “N”, quien lleva dos semanas en terapia intensiva y Noé “N”, el enfermero y jefe del departamento de enfermedades infectocontagiosas, quien llevó el liderazgo para armar la Unidad de Valoración Respiratoria y Atención al Covid-19.

Lamentablemente, no sólo fue el Hospital Ángeles el que ocultó la información, ya que el secretario de salud Humberto Uribe negó el hecho en la rueda de prensa matutina, asegurando que en Puebla no existen médicos, ni personal de salud en estado crítico.

No entiendo por qué ocultar a los enfermos como si se tratara de un hecho vergonzante; por el contrario, en el caso de los médicos, son héroes a los qué hay que reconocer su noble y arriesgada labor.

Ley seca, ¿otra ocurrencia?

Aunque aún no es oficial, en los hechos en el estado de Nuevo León estará aplicando la Ley Seca. Ayer el gobernador, Jaime Rodríguez El Bronco suspendió las actividades en las plantas cerveceras.

Palabras más, palabras menos, dijo que no se aplicará ningún decreto para una Ley Seca pero que sí se cancelará toda la producción cervecera en el estado, lo que implica también la suspensión en la distribución de las cervezas. Es decir, que no habrá por ninguna parte.

De ahí que los nuevoleonenses corrieron a las tiendas departamentales y a los expendios de cerveza para hacer las famosas compras de pánico y armar su reserva para las próximas semanas.

Donde ya no tienen salida es en Tabasco, ahí su gobernador morenista Adán Augusto, que se encuentra en confinamiento luego de que dio positivo al coronavirus, suscribió un decreto por el cual desde anoche no habrá venta de cervezas ni bebidas alcohólicas en todo el estado hasta el próximo 30 de abril. 

Por donde se le mire, la llamada Ley Seca es una medida muy controvertida y antes de implementarla habría que valorar cuánto afecta o beneficia su aplicación. Esperemos que esta “moda” no se convierta en una más de las ocurrencias de los gobiernos actuales.

Ojalá y así como son de creativos para estas prohibiciones, lo fueran para planear la estrategia para atender las necesidades médicas de los mexicanos.

Pero eso es como pedir peras al olmo.