Algo a lo que tendrán que acostumbrarse los diputados locales, es a participar en las sesiones del pleno en línea. El riesgo de un contagio al SARS-CoV-2 en estos momentos es latente, y por lo tanto se abrió la oportunidad para que desde sus oficinas, casas o vehículos, se conecten, como ocurrió el pasado viernes, cuando sesionaron por casi 12 horas.

Con la pandemia y el confinamiento, situaciones que parecían una fantasía hace 50 años se convierten en realidades.

Hace algunas décadas, Santo, el Enmascarado de Plata encendía una vieja televisión de bulbos, y veía al jefe de la policía dándole indicaciones. Nuestro personaje también respondía a través del monitor que transmitía imágenes en blanco y negro. Podríamos decir que el luchador es el padre de Zoom.

El teletrabajo o home office que hoy se realiza en muchas empresas y actividades cotidianas también parecía un sueño guajiro que sólo era dibujado en la caricatura de Los Supersónicos.

A través de una pantalla, el Señor Júpiter supervisaba a los trabajadores de la empresa Spacely Space Sprockets Inc. En estos días las videoconferencias, las conexiones a control remoto e incluso las ubicaciones compartidas desde Whatsapp para confirmar la ubicación de los colaboradores, son una realidad.

No sólo eso, las clases a distancia donde los papás como Súper Sónico acompañaban a sus hijos frente a un monitor para aprender cosas, hoy son una estampa cotidiana.

Aunque la tecnología en México aún no es tan accesible como desearíamos, es verdad que nos ayuda mucho durante esta cuarentena. La educación a distancia es algo que hace dos décadas no podríamos imaginar.

Como en la caricatura donde Robotina era parte de la familia, el consumo de noticias también se volvió digital. Ya sea por sitios web, blog, fanpages, redes sociales, radio por internet o YouTube; hoy la mayoría de los mexicanos se entera o consume información a través de una pantalla.

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En la serie animada de William Hanna y Joseph Barbera, Cometín usaba un casco para salir de su casa. Con sus adecuaciones, la ficción se hizo realidad. Ahora y durante muchos meses más, deberemos colocarnos mascarillas o cubrebocas antes de tener un pie fuera de nuestras casas.

El futuro nos alcanzó.

Regresando a los diputados, es cierto que aún hay cosas que afinar en esta modalidad. Por ejemplo, después de cinco horas de sesión, la presidenta de la Mesa Directiva, Mónica Rodríguez Della Vecchia, seguía llamando al resto de los legisladores a que encendieran sus cámaras para poder contabilizar, en las votaciones económicas, si las propuestas se aprobaban o no.

El diputado Héctor Alonso fue también víctima de la tecnología. Se perdió un rato de la sesión y los técnicos del Congreso tuvieron que hacer maravillas para regresarlo a las votaciones.

Otros legisladores aprovecharon la tecnología para “escaparse” de la cuarentena como el diputado José Juan Espinosa quien votó, opinó y argumentó mientras viajaba como copiloto. Otros más “desaparecieron” pasadas las 11 horas de sesión lo que generó el bullying de sus colegas que respondían “Ya se fue a dormir”, cuando los buscaban.

Son los nuevos tiempos. ¿Será esta forma de conectarnos, parte de la “nueva normalidad"?

Al fin habrá un edificio seguro

Aún y cuando Héctor Alonso, y José Juan Espinosa han criticado que se estén llevando las obras para reparar las estructuras en el edificio que alberga el Congreso del Estado, pues dicen que el dinero debió destinarse a apalear los daños por la pandemia, recordemos que hay estudios que revelaron que los muros de carga no soportarían otro sismo.

Asimismo se encontraron reparaciones malhechas, simples, colocación de yeso en grietas que había antes de los sismos de 1999 y 2017. Esas cuarteaduras se agravaron con los últimos movimientos telúricos, por lo cual el riesgo es mayor.

El contrato para la reparación se firmó el 15 de marzo, antes de iniciar la contingencia, y se ha aprovechado el tiempo de esta cuarentena para no hacer parches sino reparaciones reales.

Por cierto para la reparación del inmueble se están invirtiendo 12 millones de pesos, una nueva sede del Poder Legislativo costaría unos 300 millones de pesos