El nivel de degradación de la actividad legislativa no se había vista tan pronunciada desde que apareció en escena una locutora de un concepto radiofónico basura.

Y es que nada bueno se puede esperar de una legisladora que en el recinto legislativo baila al ritmo de una pieza que dice textual: “las mujeres aquí no son televisores, pero las ponemos en 4K”, de un grupo de música del género reggeaton del cantante llamado 4K, Darell y Noriel.

Nada de eso podía prever el padre de la candidatura por la coalición Juntos Haremos Historia para esta mujer, convertida en el más lamentable espectáculo político en el país: Fernando Manzanilla Prieto, su compañero de bancada en el Partido Encuentro Social.

Nay Salvatori sigue sin entender: hizo apología de delito al simular disparos de arma de fuego en el pleno cameral mientras la música del género urbano dice: “no te voy a mentir, pide lo que sea, te lo voy a conseguir”.

El tiempo se agotó para estos bufones, lambiscones y radicales de la Cuarta Transformación. Entraron al tercer año de gestión y llegó el momento de cerrar cortinas, gestiones y gobiernos, pero no lo han advertido por su ausencia de conocimiento y oficio: el poder no es eterno, nada permanece.

La locutora de un modelo de radio que contribuyó a la construcción de estereotipos de la pobreza, homosexualidad y condiciones socio económicas se ha excedido hasta hacer obvia su condición de orfandad política: en el partido que la arropó para ser legisladora no han movido un dedo para defenderla. Es causa perdida.

El diminuto espacio y coto alcanzado por la oportunidad irrepetible de tener un candidato formidable en la boleta como Andrés Manuel López Obrador se ha terminado con el inicio del tercer año de la gestión.

El tiempo se agotó y muchos de los perfiles que jamás imaginaron verse en un cargo de elección popular sino hasta que vino la ola lópezobradorista, verán en los próximos días el ocaso de una fugaz carrera en la política en la que ha privado el escándalo, la frivolidad y un largo tufo a traición a los principios de la 4T: no robar, no mentir y no traicionar.

Demasiado tarde para aprender lo que en dos años decidieron ignorar en una carrera que habitualmente lleva años para poder reunir herramientas y oficio para sortear dificultades naturales en un ámbito que es sometido al escrutinio permanente.

Ahí están la diputada federal de triste memoria, resultado del padre del pragmatismo en las últimas décadas, Fernando Manzanilla Prieto, que supo meterse en las entrañas del movimiento de López Obrador.

Que vivan el último periodo de gozo y pecunio, quienes han deshonrado el espíritu e ideario del proyecto de izquierda que aún gobierna el país. Un año será un respiro que transcurre en lo inmediato.

El poder, cuando no se está listo para ejercerlo pervierte. En la inmensa ignorancia de los perfiles que se subieron con más oportunismo que compromiso deberán entenderlo una vez que hayan sido echados al basurero de la historia y apenas haya una vaga referencia para la picaresca y la risotada del respetable.

Siempre estará el recurso de la memoria para no olvidar el oprobio de personajes tóxicos que denigran la representación popular.