México ha entrado en una espiral de muerte y desempleo del que no será sencillo ni rápido salir. Los pronósticos del impacto del covid-19 y de la crisis económica no son nada halagüeños y sí muy trágicos y alarmantes para todos los mexicanos, quienes además sufren el deterioro de la seguridad pública y la parálisis gubernamental derivada del recorte de 75 por ciento de los recursos de todas las dependencias.

Los astros se han alineado, pero en contra de las y los mexicanos.

El PRI no desconoce las necesidades y exigencias del pueblo mexicano, pues tenemos los pies sobre la tierra y somos la voz de quien hoy sufre la muerte de un familiar por la incapacidad pública para atenderlo, de quien ha perdido el empleo y no encuentra más opciones y de quien ha visto truncados sus sueños.

Así como el PRI tiene claro que la buena política sintetiza los intereses, exigencias y pasiones de la gente a través de la adopción de decisiones políticas, también sabe que los nuevos problemas no pueden ni deben enfrentarse con viejas fórmulas. Pero innovar no significa eliminar todo, sino conservar lo bueno y modificar lo malo.

Por ello la dirigencia nacional, gobernadores, coordinadores parlamentarios, presidentes municipales, diputados locales, regidores y síndicos del PRI hemos refrendado nuestro compromiso y convicción de trabajar unidos en favor de México.

Y es que en el PRI tenemos claro que no hay mañana sino atendemos los retos del presente, por lo que ya vendrán los tiempos electorales y de confrontación, pero en este momento, que estamos en medio de una grave pandemia y de una profunda crisis económica, la sociedad no quiere escuchar a los políticos, sino que exige que los políticos la escuchemos y le ofrezcamos soluciones viables y concretas a la grave problemática que enfrenta.

Como partido de oposición, el PRI pide que se posponga la realización de proyectos de infraestructura que en este momento no resultan urgentes para la sociedad y los recursos sean destinados de manera inmediata al sector salud, el cual ha sufrido un recorte de mil 800 millones de pesos en plena atención de la pandemia.

Ello implica reconocer que las emergencias de salud, económica y de seguridad no pueden ser atendidas solo con recursos públicos ordinarios de las entidades federativas, por lo que los Poderes Legislativo y Ejecutivo federales deben redireccionar a las entidades los recursos necesarios para atender la salud y bienestar de la Nación mexicana.

Exceptuar al campo y a las actividades agrícolas del recorte de 75 por ciento en el gasto público contribuiría a la economía de miles de familias y prevendría cualquier tipo de desabasto.

Se debe garantizar el pleno funcionamiento del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) en cada una de las entidades federativas, con el objetivo de atender la salud de la sociedad mexicana.

Es momento de que el gobierno federal haga equipo con los gobiernos de las entidades federativas en el financiamiento de programas de apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas, que crean más del 70% de empleos en nuestro país y que enfrentan el riesgo de desaparecer.

En México resulta necesario crear la Alianza Nacional Emergente a Favor del Turismo, con el objetivo de apoyar a uno de los sectores más afectados por la contingencia sanitaria y económica, permitiendo con ello conservar miles de empleos y reactivar eficazmente sus labores.

Se debe eliminar cualquier sesgo partidista en la entrega de recursos de programas sociales a sectores vulnerables.

Se trata de acciones concretas y viables que el PRI propone para responder a las exigencias sociales y económicas de un México que ya cambió y que enfrenta nuevos retos.