La falacia de la supuesta “superhombría” esconde un grave complejo de inferioridad, y ése es, junto con la impunidad, el motivo de que 10 mujeres pierdan la vida diariamente en nuestro país.
La omisión, indiferencia e incluso tolerancia de algunas autoridades de procuración de justicia, ha obligado que contingentes de madres, hermanas, hijas, nietas, sobrinas y amigas salgan a las calles para hacer visible una tragedia que nos cimbra cada día.
Y todo porque el cliché machista plantea volver a las mujeres en objetos a disposición del hombre, quien puede tocar, insultar, menospreciar y disponer de la vida ajena.
Resulta tan evidente lo retrograda de este pensamiento que no ha sido obstáculo para que se enquiste en personas de similar condición. Incluyendo por supuesto el gobierno federal, donde la tragedia que enluta a miles de hogares cada año busca controlarse como estrategia política y no como política pública de solución y de justicia.
“El espacio femenino es como ama de casa, madre, esposa y cuidadora” se ha llegado a escuchar en una clara muestra de la filosofía machista que permea en diversos sectores sociales, en los que a la luz pública se dice ser defensor de los derechos humanos y de la igualdad, pero en privado se pugna por la debilidad, necesidad de protección, inferioridad y caridad con las que se ha pretendido caracterizar a las mujeres.
Ese es el retoque con el que, al igual que con los anuncios publicitarios que crean estereotipos de belleza inalcanzables, se disfrazan vidas y se pretende esconder tragedias.
En lugar de criminalizar al machista, hemos criminalizado a las mujeres que ejercen sus derechos a plenitud y a aquellas que levantan la voz exigiendo justicia.
El machismo no es una condición natural ni mucho menos una virtud, sino una actitud nociva construida con el tiempo a base de malos ejemplos y de prejuicios, por lo que debe desaparecer de todo acto en nuestra vida diaria y ser reemplazado por la igualdad y el respeto.
La prevención y atención oportuna de la violencia intrafamiliar debe colocarse en el centro de la prioridad de todos los ministerios públicos y de todos los centros de atención del país, dotándolos de los recursos, personal apto y capacidades institucionales suficientes para atender de inmediato a toda mujer que se presente y señale haber sido víctima de violencia.
En el PRI, pugnamos por eliminar cualquier intento por cosificar a las mujeres, particularmente en la publicidad y contenidos televisivos, los cuales no contribuyen en la eliminación del machismo ni de la violencia.
México debe hacer un solo equipo en favor de la justicia para las mujeres que habitan este país. Y ante la inacción gubernamental, el PRI está del lado de la sociedad civil organizada, de las universidades y de los contingentes que exigen atención y resultados en contra de los asesinos de mujeres, niñas y adolescentes.