A la pandemia y su crisis económica que ha orillado al cierre de unos mil 500 negocios en el Centro Histórico, está el clima de inseguridad que no concede tregua en la capital de Puebla y una presidenta municipal como Claudia Rivera Vivanco que vive una realidad de artificio.

De eso sabe ahora más que nunca Sonia, una micro empresaria, cuyo apellido se reserva el autor de la columna. Es una de las comerciantes de dulce típico poblano que debió cerrar hace algunas semanas cuando ya no pudo pagar la renta del local en la 6 Oriente, luego de décadas de ofrecer ese producto a turistas y consumidores locales.

Sufrió los efectos de la pandemia y luego de la inseguridad incontenible con el robo de muebles y equipos de sonido en un salón de fiestas familiares en El Cerrito, este fin de semana, a causa de un grupo de asaltantes que opera en la zona de Villa Encantada, El Cerrito y Los Ángeles Mayorazgo.

Para el gobierno que me honro en presidir, la prioridad es tú seguridad. Puedes estar completamente seguro de que en Puebla trabajamos de una manera incansable para combatir el delito”, dijo histriónica la presidenta municipal el 13 de julio pasado, lo que pareció una mala broma en estos momentos.

No sólo Sonia padeció los imponderables de una condición de inseguridad que no tiene para cuándo cesar. Este fin de semana dos inmuebles más fueron robados y en un caso en particular, asaltados.
Según los testimonios de los vecinos se trata de al menos dos personajes que evolucionaron de pandilleros a asaltantes a quienes se les conoce como El Oaxaca y El Jarocho y como sucede en incontables casos en la capital, no están detenidos.

Misma zona que en el salón de fiestas Mom Yoli, misma banda y misma forma de operar. El Oaxaca y El Jarocho habrían ingresado de noche a dos inmuebles de la 5 B Sur, en uno de ellos sorprendieron a la familia, sometieron con violencia, no solo se llevaron dinero en efectivo sino que se llevaron hasta las mascotas.

Luego se trasladan al salón de fiestas para saquear el inmueble. Nadie los frenó ni puso un alto. El trabajo “incansable” para combatir el delito, como machacó la presidenta municipal hace dos semanas a través de sus redes sociales no fue percibido por las víctimas de los delincuentes que aún andan libres.

En las últimas semanas ha trascendido que Claudia Rivera acaricia la idea de reelegirse como presidenta municipal, pues la ley por primera vez prevé ese escenario.

Hay un contexto que opera en contra de los apetitos personales de la edil capitalina. El mal humor social cobra con rigor a quien ofrece magros resultados en una gestión como la que se vive desde la comodidad de la oficina del Palacio Municipal.

Los negativos acumulados en las diversas mediciones convierten a Claudia Rivera en un riesgo para el proyecto al que ella misma declinó cuando permitió que familiares y oportunistas pactaran con grupos de dudosa reputación para obtener ganancias al margen del gobierno de la ciudad.