Sin duda, una crisis que deberá empezar a visibilizarse a la luz de la pandemia, por las terribles consecuencias que traerá en un futuro próximo en las nuevas generaciones, es la materia educativa.

Tan sólo en educación básica, desde que fueron suspendidas las clases presenciales en la segunda quincena marzo, como medida de aislamiento preventivo ante lo que para ese momento no imaginábamos que enfrentaríamos; 1 millón 481 mil 115 alumnos y alumnas de educación básica (preescolar, primaria y secundaria) en el estado de Puebla, se quedaron en sus casas sin poderles garantizar una enseñanza que pudiese cubrir los programas educativos de cada nivel.

Las escuelas cerraron y tuvo que ser determinado reanudar clases “en línea” para concluir el año escolar, teniendo que enfrentar estos niños/as y adolescentes un sin número de dificultades. ¿Cuántos de ese número habrán realmente logrado concluir el programa educativo marcado? Porque ha sido documentado que el 44% de los alumnos/as no cuentan con una computadora. Más aún, muchas comunidades de la entidad poblana no tienen señal de internet. O cuántos más, no pudieron tener el acompañamiento de sus madres o padres de familia como se requería para dar continuidad a sus estudios.

¿Habrán podido continuar sus clases las niñas y niños del régimen de escuelas de tiempo completo que les otorgaba cierta seguridad alimentaria, a la que ya no tuvieron acceso? Ello/as se quedaron sin comer y seguro sin computadora también para seguir sus clases. ¿Habrá podido documentarse el nivel de deserción escolar? Aún con todo ello, los profesores y profesoras les tuvieron que dar una calificación aprobatoria. Nadie reprobó este año del ciclo escolar 2019-2020. Así fueron las instrucciones que recibieron.

Las condiciones sanitarias prevalecen. El nuevo ciclo escolar han determinado inicie el 24 de agosto, pero el desafío continúa. ¿Todos estos niños/as y adolescentes se inscribirán para continuar su educación en el próximo ciclo escolar 2020-2021? ¿Nos habremos preparado para otorgarles las mínimas garantías para hacerlo sin clases presenciales?

El fin de semana empezamos a conocer algunas respuestas, la Secretaría de Educación Pública (SEP), ha dado a conocer que en este nivel educativo, han abandonado sus estudios el 10% de la matrícula. 2 millones 525 mil alumnos en el país ya no van a estudiar en el próximo ciclo escolar, y en educación superior el abandono es del 8%.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) también ha estimado que al menos el 15.5% de estudiantes de los niveles medio superior, superior y posgrado, 1 millón 431 mil 576 alumnos, tampoco regresarán la clases.

Sin duda el sistema educativo no estaba preparado para enseñar y aprender en forma remota. No tenemos los recursos tecnológicos necesarios, pero tampoco en sus casas los alumnos, las alumnas, cuentan con espacios adecuados para ello. Seguramente muchas y muchos para este momento ya estarán atendiendo labores del hogar y del campo con su familia.

Para el ciclo escolar 2020-2021, el gobierno federal anunció haber firmado un acuerdo con televisoras para otorgar clases a distancia por esta vía, incluso los partidos políticos cedieron sus tiempos oficiales. Se habrá previsto el que la mayoría de las familias sobre todo de las que viven en municipios y comunidades menos favorecidas, sólo tienen -si acaso- una televisión o tal vez tengan todavía la pantalla de las otorgadas en la administración federal anterior -si por necesidad económica no la vendieron como sucedió mucho en aquella época- ¿Cómo van a hacer si hay 4 hijos/as cada uno en distinto grado con clases a la misma hora todos?

En México la deserción escolar es de por sí muy alta, provocada según los expertos por factores diversos, económicos, personales, familiares, docentes entre otros; hoy, a estos factores se agrega la Pandemia del Covid-19. Las consecuencias se traducen en un bajo nivel educativo en la población perjudicando el capital humano para que la población se inserte en empleos remunerados que les ayude a salir de la situación de pobreza.

¿Cómo poder construir un futuro para las generaciones hoy en desarrollo, si además de ésta alta deserción escolar sumamos las proyecciones de la pobreza que se están haciendo en el México post-pandemia, que proyectan que habrá 80.5 millones de personas en condiciones de pobreza o pobreza extrema?  

Señalan los especialistas, la deserción educativa limita el desarrollo humano, social y económico de la persona y de los países (Tinto, 1992).

Qué futuro les espera a nuestras niñas, niños y adolescentes de este sector de la población, si el círculo de la pobreza es de por sí difícil de romper y más aún si no cuentan con nivel educativo para enfrentarlo, además considerando que al abandonar sus estudios están abandonando también su niñez y adolescencia, seguramente iniciarán una vida de adultos con responsabilidades, sin la madurez suficiente y sin estar preparadas/os para resolver problemas. Cuando esas adolescentes mujeres se enfrenten a embarazos prematuros, a casarse prematuramente y con ello seguramente a problemas de violencia familiar con consecuencias graves que afectarán su desarrollo personal. El futuro para ellos/as no pinta bien.

El rezago educativo y las deserciones escolares están a la vista y anunciadas. Si no se implementa una estrategia educativa para enfrentarlo, el impacto post pandemia tendrá consecuencias terribles en las nuevas generaciones en desarrollo, dando como consecuencia que las desigualdades y la brecha educativa se profundizarán en nuestro estado de Puebla.