Disiento, del estilo de gobernar que ha demostrado el Ejecutivo Federal en dos años de gobierno.
Disiento de la utilización del Estado de Derecho para fines personales, políticos y de grupo.
Disiento de la falta de atención a las crisis actuales en el país: de salud, económica, de empleo, de seguridad, laboral, etcétera.
Disiento, de esa política de enfrentamiento, descalificaciones, confrontaciones, insultos que todas las mañanas se dirigen desde el hoy púlpito presidencial para todos lados y para todas/todos.
Disiento de esa política de polarización creciente.
Disiento de la intolerancia a la crítica que se muestra.
Disiento de las afirmaciones que desde el Palacio Nacional se hacen en contra de la garantía y protección de los derechos de las mujeres.
Disiento de la falta de atención a la grave problemática que aqueja a las mujeres.
Disiento que se demeriten nuestras causas.
Por dos años hemos sido testigos de este estilo diario de gobernar. Escuchamos todos los días, primero, que unos somos “fifís” que otros somos “chairos”, ahora, que unos somos “conservadores” que otros somos “liberales”; culpas y más culpas contra los de antes, sin reconocer las de ahora; eso sí, en todos los casos, que unos contra los otros, o los otros contra los unos. Y logró su objetivo el señor Presidente.
Ha provocado enconos y también ha provocado la división de las mexicanas y mexicanos.
Ha provocado en el movimiento amplio de mujeres: Indignación.
Misma indignación que ha provocado en una diversidad de grupos, basta con revisar los medios de comunicación y las diversas redes sociales.
Hoy, todos los días en casi todas las plazas públicas del país, marchas, manifestaciones, plantones, manifiestos, pronunciamientos; también, asesinatos, feminicidios, trata de personas, crimen organizado, violencias de todo tipo y de diversos orígenes. Todo a la alza.
Este es el país que ha construido el Presidente López Obrador y lo ha logrado en tan solo dos años de su gobierno.
¿Acaso no hay otra forma de gobernar?
Acaso no le es indignante el número de delitos que se cometen contra las mujeres en este país. Ah, pero si lo señalamos y si demostramos que Nosotras Tenemos Otros Datos se nos acusa de Infiltradas.
Las mujeres estamos hartas de tanta violencia y no pararemos de exigir respuestas y demandar justicia. Lo hemos hecho ahora, lo hicimos antes y lo seguiremos haciendo. Aun con este estilo de gobernar. Que no haya duda.
Si desde el hoy púlpito presidencial, diariamente se violenta a casi todos los sectores de la población con mensajes diversos e intimidatorios.
Si desde el hoy púlpito presidencial, se “conmina” a violar las leyes y también desde ahí se ejerce intimidación, pero también desde ahí se convoca al Poder Judicial a “no dejarse intimidar” ¿Acaso hay alguna intimidación mayor que la que sale en voz del mismísimo Presidente de la República?
¿Cómo poder entender entonces?
Si a lo que no se convoca es justamente al diálogo, todo lo contrario, cada día se observa más encono, más ceños fruncidos, más enojo reflejado en el rostro.
¿Qué pasa realmente? ¿Por qué no se sabe escuchar las voces de esa diversidad de personas que construimos este país? ¿Por qué tanto odio en contra de las mujeres?
Faltan cuatro años de este gobierno federal, el próximo año tendremos elecciones intermedias, esas divisiones impulsadas desde el púlpito predicen más tormentas.
¿Considerará el presidente de la República un cambio de actitud? ¿Reconocerá como bien se dice, que “la verdad es plural”? ¿Dejará de declarar guerras verbales contra todo, y contra todas y todos?
Retomo un concepto que menciona el Dr. Arnoldo Kraus en su artículo del fin de semana refiriéndolo a la materia de salud -su tema-, pero que bien aplica a esta reflexión, la “futilidad”. Errar es humano, si se han cometido errores, siempre hay la posibilidad de enmendar.
Ello implica reconocer que si bien “Errar es humano, preservar en el error es diabólico”