Una de las mayores encrucijadas que deberá enfrentar el órgano electoral en el contexto general para el próximo proceso es el de la reelección de mujeres y hombres que llegaron a cargos de elección popular y que indefectiblemente acarician la esperanza de perpetuarse por un periodo más al que llegaron en la elección del verano de 2018.

El caso que más ilustra es el de la presidenta municipal de Puebla capital, Claudia Rivera Vivanco, que desde hace semanas desarrolló un activismo en redes, medios y otros espacios públicos para convertirse en candidata de nueva cuenta y al mismo cargo, desde donde se ha convertido en fuente de polarización más allá del ámbito municipal.

 

La víspera que dejó plantadas a diputadas y diputados con un conjunto de preguntas sobre su gestión en materia de afectaciones al comercio formal en el centro histórico; el riesgo que supone sus obras al estatus de Patrimonio Cultural de la Humanidad, según lo determinó la Unesco en 19087; acusaciones de asignaciones directas a proveedores y constructores; así como la entrega de despensas con alteración de folios en periodo de pandemia, se volvió a salir con la suya: volvió al centro del debate, dejó en la agenda los temas que son prioritarios y de su conveniencia.

Ha pasado por lo menos tres meses de que corrió la versión sobre la intención de la alcaldesa por reelegirse en la comuna capitalina y desde entonces no ha cerrado esa posibilidad. En política lo que parece es, decía un viejo conocedor del sistema político mexicano y tal vez el último auténtico ideólogo, el tuxpeño don Jesús Reyes Heroles y en el caso de Rivera Vivanco, el silencio dice más que la ambivalencia discursiva.   

Sin una ley electoral que contemple con precisión cuando deberán dejar sus encargos funcionarios en funciones -si es que deberán hacerlo- para ofrecer condiciones equitativas frente a otros perfiles en búsqueda de una competencia por puestos de elección popular, la astucia y abuso de ese encargo ha hecho a Claudia Rivera la única aspirante en campaña.

En el Instituto Electoral del Estado se acumulan pendientes sobre este y otros pendientes sin resolver ante un escenario inédito por la probabilidad de que funcionarias y funcionarios repitan en sus responsabilidades por primera vez en la historia desde que en memos y documentos oficiales se acuñó la frase: Sufragio Efectivo, No Reelección.

El proceso electoral poblano comenzará en la primera semana de noviembre y de acuerdo con el Código de Instituciones y Procesos Electorales del Estado de Puebla, quienes deseen competir y tengan un encargo público deberán renunciar 90 días antes de la elección prevista para el 6 de junio de 2021. La ausencia de reglas claras permitirá a la edil de la capital un largo periodo de campaña y con cargo al erario.

Para ser nueva en la jerga política, la morenista adquirió las mismas habilidades que otros actores de la política de viejo cuño para mantenerse en el centro de la conversación pública.