Hace apenas 67 años que las mujeres conquistamos nuestro derecho a votar y a ser electas y con ello se abrió la oportunidad para ocupar cargos de toma de decisión que nos permitiera ir construyendo la ruta para avanzar en el logro de derechos hasta entonces negados a las mujeres.

Hubo que explorar durante estas décadas nuevas formas para lograrlo, las resistencias eran muchas; impulsamos reformas electorales, acciones afirmativas o como solemos decir “a punta de sentencias” poco a poco fuimos incorporándonos. Seguimos construyendo sin detenernos, hasta conquistar en 2014 la Paridad en la representación política, Congreso federal y Congresos locales.

Este logro permitió que la actual Cámara de Diputados esté integrada por 241 mujeres de 500, que la Cámara de Senadores se integre por 63 mujeres senadoras y 65 hombres, por ello se nombran como la “Legislatura de la Paridad de Género”.

Y sus repercusiones fueron en todo el país, en el Congreso local poblano este Principio de Paridad del 2014, permitió que 19 mujeres y 22 hombres integremos la actual XL Legislatura.

Y seguimos construyendo, el año anterior se logró la Paridad en Todo, este Principio fue incluido a los otros Poderes Judicial y Ejecutivo, a los órganos autónomos y a los organismos descentralizados, de manera horizontal y vertical.

En Puebla, después de mucho empujar lo logramos en julio pasado, es vigente, y los partidos políticos deberán postular así a las mujeres candidatas para la elección del próximo año.

Conquistas todas, esfuerzos de muchas mujeres. Sin embargo, nuevos retos tenemos que enfrentar. El ejercicio del gobierno actual es el mayor de ellos, lo comento porque está demostrado que no es precisamente su interés, apoyar las causas de las mujeres. Sus decisiones de ordenar la desaparición de programas, de retirar recursos públicos, de desconocer las luchas, conquistas y derechos, de reprimir manifestaciones, de extinguir los mecanismos que les ayudaban con becas para sus niveles superiores de educación, entre otras, está a la vista.

Otro reto que guarda una gran relación con el anterior es las repercusiones que tiene y tendrá la contingencia sanitaria que vivimos, que obliga a los gobiernos de los tres niveles, al rediseño o reformulación de políticas públicas que nos permita avanzar y no retroceder.

Porque los derechos que hemos adquirido las mujeres para nuestro desarrollo y participación política, pasa por analizar el ejercicio de este derecho al voto universal alcanzado en 1953 y traducirlo al momento actual en entornos poco favorables para las mujeres, por la contingencia sanitaria, pero también por las desafortunadas decisiones del gobierno actual que desconoce las todavía grandes deudas que se tienen con las mujeres.

Debemos poner atención en los obstáculos que se presentan para continuar avanzando y evitar retrocesos como los que hoy se están presentando en las mujeres, derivado de la problemática para el acceso a la educación de niñas y niños y adolescentes, sus hijos/as, que hoy las mantiene además de con el trabajo desde casa, con las jornadas dobles y triples que tradicionalmente desempeñaban, se suma una responsabilidad más, la de convertirse en el apoyo de maestras y maestros que a la distancia están otorgando educación.

Deudas pendientes que se constituyen en obstáculos, en materia de acceso a los servicios de salud que ahora amenaza con retroceder en logros adquiridos, hoy, sin medicamentos para la atención y tratamiento del cáncer de mama y cérvico uterino, sin programas para atender su derecho a la salud sexual y reproductiva, y para colmo, con “robos” muy oportunos casualmente de medicamentos oncológicos, de hemodiálisis y de vacunas contra la influenza.

Hoy tenemos que revertir todos esos obstáculos porque pueden inhibir la participación política de las mujeres rumbo al próximo proceso electoral.

Si de por sí las nuevas modalidades de violencia contra las mujeres pueden ser inhibidores de su participación, hoy se suman nuevos retos que se estarán presentando por la contingencia sanitaria.

Por ello esperamos que en ese revisionismo histórico que está practicando el presidente López Obrador, pidiendo perdón o disculpas, que por la conquista, a España, que a la Iglesia Católica, por los abusos cometidos; surja el rescate de los agravios cometidos históricamente contra las mujeres.

Sólo que a nosotras no nos interesan las disculpas ni el perdón como se lo pide a esos gobiernos. Nosotras queremos derechos, queremos programas de gobierno, queremos garantía y protección para que no nos sigan matando y violentando, y queremos que se cumplan las leyes para que no haya más impunidad en los delitos que se cometen contra nosotras y el cumplimiento de nuestra participación en la toma de decisiones.

Porque en 67 años, hemos sacudido al país. Lo hizo en Puebla Carmelita Caballero Camarillo de Cortés con el acompañamiento de muchas mujeres poblanas. Seguimos haciéndolo las siguientes generaciones de poblanas y las nuevas ya lo hacen, porque “nuestra rebeldía sigue presente, porque no es ni repentina ni improvisada.”