México cuenta con 31 mil 480 ejidos y comunidades agrarias que incluyen, aproximadamente, 3 millones 100 mil sujetos agrarios quienes poseen 103 millones de hectáreas, lo que representan el 53 por ciento del territorio nacional.
En este contexto, se repartió y regularizó la tierra; se creó el Banco Ejidal, hoy Financiera Rural; se desarrolló infraestructura hidroagrícola; pero no se ha contado con un Plan de Desarrollo de los Núcleos Agrarios.
Con excepción del establecimiento del libro de contabilidad, la atención a asambleas, la credencialización de las mesas directivas y la atención de conflictos, en realidad no se ha tenido un plan de desarrollo ni políticas publicas específicas para los ejidos en México.
La falta de un plan o proyecto para fomentar el desarrollo de los núcleos agrarios imposibilita la implementación de acciones que favorezcan e impulsen su crecimiento y desarrollo.
Existe también desconocimiento de los recursos naturales existentes, así como de las potencialidades de los propios núcleos agrarios, lo cual genera un grave deterioro ambiental. El suelo, el agua, la flora y la fauna se encuentran en crisis, al igual que los ecosistemas, lo que pone en riesgo la sustentabilidad de las generaciones futuras.
Según la última encuesta nacional agropecuaria del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) 2010, en el 70 por ciento de los núcleos agrarios, los jóvenes no están integrados en las actividades del campo, existe una desvinculación generacional que pone en riesgo la continuidad de este tipo de figuras agrarias.
Ante la falta de información útil que permita identificar las potencialidades de los núcleos agrarios, para hacer un Plan de Trabajo y, con la finalidad de que los asesores técnicos ejidales cuenten con instrumentos informativos para iniciar planes de mejora productiva y socioeconómica, nos dimos a la tarea de integrar dos libros, los Planes de Desarrollo Ejidal y Comunal del Estado de Puebla (2006) y las Guías Básicas de Asistencia Técnica para el Desarrollo Rural, disponibles para todos los interesados en la página www.jimenezmerino.com.mx
Los Planes Ejidales y Comunales son fichas de dos páginas cada uno, que contienen un diagnóstico sobre lo que producen y hacen actualmente, así como su problemática productiva y lo que limita las actividades económicas. También se describe la problemática ambiental y socio-económica, lo que está deteriorando los recursos naturales y amenazando el futuro de las nuevas generaciones; con qué recursos naturales se cuenta para sobrevivir y desarrollarse y cuáles son las actividades productivas potenciales; qué se puede producir de acuerdo a las posibilidades ambientales, a las necesidades de autoconsumo y a la demanda de los mercados locales, regionales, nacionales e internacionales.
Esto permite definir las acciones de mejora productiva y sugerir cómo hacer mejor lo que ya se hace, aprovechando al máximo lo que se tiene.
Pero disponer de esa información no ha sido suficiente. Por eso, ante la invitación que me hace esta semana la presidenta de la Liga de Comunidades Agrarias de Puebla a un Encuentro Ejidal en Chignahuapan, Puebla, me permito proponer como estrategia de desarrollo agrario la formación de Grupos Ejidales de Innovación Productiva para el Desarrollo Agrario (GEIPDA).
Esta propuesta tiene su origen en los Grupos Ganaderos de Validación y Transferencia Tecnológica (GAVATT), surgidos en Francia en un periodo de gran crisis económica en donde no era posible tener asesoría técnica por parte del gobierno.
Consiste en identificar e integrar grupos de 10 a 15 ejidatarios que realicen actividades productivas similares e interesados en mejorar sus condiciones de vida; realizar un diagnóstico de los problemas y necesidades de la producción, el medio ambiente, recursos disponibles y posibles proyectos de mejora de lo que actualmente se hace.
Posteriormente, identificar casos de éxito y acciones innovadoras en sus comunidades o en otras partes del estado y del país. Realizar reuniones mensuales para compartir experiencias productivas y definir acciones que promuevan mejoras en sus procesos agropecuarios, forestales y acuícolas. Invitar a un representante de alguna Universidad cercana, estudiante o profesor que apoye en la solución de los principales problemas.
Asimismo, promover la integración de estudiantes y motivarlos para que integren los problemas de sus comunidades en su formación profesional. Elaborar un Plan de Trabajo anual con seguimiento mensual para promover la adopción de mejoras productivas. Identificar, integrar, gestionar y ejecutar proyectos de desarrollo productivo y ambiental y, finalmente, establecer metas viables en sus actividades productivas y de mejoramiento ambiental.
El desarrollo ejidal debe empezar desde adentro.