Las plataformas electorales son propuestas de carácter político, económico y social, enarboladas por los partidos políticos nacionales en sus declaraciones de principios y descritas en sus programas de acción, según describe el Instituto Nacional Electoral (INE) México.
Este documento es un requisito establecido por la Ley Electoral y debe ser presentado ante el INE previo al inicio de las campañas políticas.
Independiente del profesionalismo con que se hagan, no queda duda que siempre deben considerar un alto número de promesas con mensajes amables, emotivos y humanos que convenzan al electorado, aunque en la práctica, al ganar el cargo se haga lo contrario y muchas veces sin el menor rubor.
Con la época navideña y el fin de año, llegó también el tiempo de la amabilidad de muchos actores políticos, con o sin posibilidades, en la búsqueda de lograr aceptación de la ciudadanía para conseguir un cargo de representación de los más de 21 mil que estarán en disputa el próximo mes de junio del 2021 en el territorio mexicano.
Aspirar a tener poder público es una actitud y condición inherente al ser humano. Saber para qué, es muy variable. Hay quienes buscan lograr o mantener un status, asegurar una forma de vida, conseguir objetivos económicos, lograr mayor influencia para conseguir metas y, también hay quienes buscan servir, ayudar e influir en las decisiones que transformen la realidad actual.
Acceder al poder no es solo por deseo, debe ser por invitación. Y requiere de un proceso de preparación gradual y progresiva, la improvisación sale muy costosa. Y es una desgracia poner a mandar a quien nunca aprendió a obedecer.
El poder es para servir, para unir, para ayudar a los demás a llegar a donde no podrían hacerlo por sí solos. La política es el arte de hacer posible lo deseable, de unir a los demás para encontrar soluciones a los problemas y necesidades.
Habiendo iniciado el proceso electoral federal 2021-2024, he considerado conveniente hacer un recuento de los grandes desafíos con que se enfrentarán los participantes y ganadores de la contienda.
Es lo menos que se esperaría ver en una plataforma electoral: la descripción del problema y sobre todo cómo lo van hacer, qué estrategias, recursos y métodos. Todos saben qué hacer, pocos cómo hacerlo y muy pocos saben con qué hacerlo.
El primer desafío tiene que ver con la polarización nacional promovida desde el ejecutivo federal que ha enfrentado a buenos contra malos todos los días. Nunca se había visto tanta obsesión por descalificar a los antecesores sin evaluar lo realizado, por resaltar la existencia de adversarios y por culpar al pasado de todos los fracasos.
El segundo desafío es la conclusión anunciada de la primera etapa de la cuarta transformación que, en resumen, corresponde al desmantelamiento de instituciones como el Seguro Popular y cancelación de programas de apoyo como Estancias Infantiles, atención a enfermos de cáncer, reducción de apoyos a los sectores productivos o la eliminación de Fideicomisos que apoyaban desastres naturales, ciencia y tecnología, cultura o agua.
El tercer desafío es el combate a la corrupción, que siendo la bandera más importante para el triunfo de los transformadores es una realidad que a juzgar por lo que dice la gente del pueblo, esta sigue igual o peor. Y esta misma semana en la mañanera de este lunes se anuncia la aclaración por parte de una implicada, de algo que huele a podrido.
El cuarto desafío es la pandemia COVID19 que, por su magnitud en el número de muertos, que ya supera los 105 mil, debiera ser en realidad el primero de los desafíos. Una tendencia creciente de casos tiene hoy saturados hospitales públicos y privados en varios lugares del país. Más de 17 millones de mexicanos no usan cubrebocas porque alguien dijo que no es necesario.
El quinto desafío son las consecuencias de la pandemia COVID 19 que agravó la contracción económica que ya había caído desde antes del inicio de esta en 2019. Cierre de empresas, cambios operativos radicales en las que están abiertas y riesgo de cierre de miles de empresas antes de dos años.
El sexto desafío es la pobreza generada por esta pandemia. Casi 10 millones de mexicanos pasaron a pobreza extrema, es decir, aquellos que no tienen recursos para comprar la canasta básica alimentaria. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), durante el 2019 más de 47 millones de personas padecieron hambre en América Latina y advierte que el problema se agudizará en la región por el Coronavirus.
La inseguridad pública, aplicación de justicia y combate a la impunidad, el deterioro ambiental, uso de energías limpias, el abasto de agua, el tratamiento de las aguas residuales, el manejo de residuos sólidos y el respeto a los derechos humanos, son un paquete de 8 desafíos que por falta de espacio solo enunciaré.