¿Por dónde empiezo? Quizá deba empezar por decir que lo único seguro es que nada está seguro, que todo se mueve tirando por los suelos todo lo que dábamos por sentado como cierto e irrefutable. Lo que antes era suave y tierno se convierte en algo áspero y lejano, lo que antes era una verdad absoluta, lo que ayer era eran columnas sobre las que se construyeron sueños, hoy, de repente, se desvanecen sin dejar huella.

¿Qué está pasando? Pregúntaselo a tu corazón, porque llevamos miles de años tratando de encontrar respuesta a nuestras cuestiones y retos que hoy vivimos al ignorar la sabiduría de nuestro corazón.

Cuando una parte de ti se desprende, duele, el dolor es parte de uno, sin embargo siempre es inesperado, es como despertar de un sueño que te lanza al despeñadero, un barranco que te reta o te estimula a sacar lo mejor de uno, si es que respetas y te respetas como un ser que ama y sabe que el dolor es un espejismo que sin desearlo, lo convertimos en un pretexto para culpar a la vida de nuestra propia ignorancia respecto al juego del eterno vivir.

Cuando esa parte de ti se desprende, para volar otro sueño, para volar en dimensiones inimaginables, el corazón llora por ti y no comprende tu tristeza, porque tu alma conoce una verdad que tu cabeza ignora, al vivir siempre envuelta entre espejismos engañosos.

Mi alma me dice: todo está bien, ahora te toca a ti brindar por la verdad de este “espejismo” que le llamas vida. Dejé de pensar e inicié un diálogo con mi verdadero ser y sé que él, mi primo, mi compañerito de viaje está bien, vuela libre.