Quiubo, banda intolerante. Una entrega más en las que este héroe de barrio les trae la información más certera del pancracio político de Puebla.

Así que agárrense porque me les vengo.

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Nomás tuve que picharle unas cheves a los rucos del barrio pa' que les comenzara a girar la ardilla y soltaran la sopa de cómo la chairiza, digo la izquierda poblana, le ponía las rodillas guangas a todos por ser tan primitivos y revoltosos.

En aquellas épocas, según decían los ruquitos, pa' ser de izquierda y del PRD había que tenerlos bien grandes y puestos porque no se andaban a medios chiles. No de a gratis se ganaron la famita de que todo lo resolvían como cavernícolas.

Y pos en ese entonces, cuando la Juárez era lo más fifí de Puebla, unos de los caciques de la izquierda eran Arturo Loyola González y Jorge Méndez Espínola.

Conforme dieron el viejazo, llegó Morena y, como las ratas que abandonan el barco, el Yorch Méndez, junto con su hijo David Méndez Márquez, el exsecretario de gobernación, se pasó a las filas del Tlatoani de Macuspana.

Mi jefecita, que Dios la tenga en toda su santa gloria, siempre decía que hay maderas que nomás no agarran el barniz y tenía toda la boca llena de razón.

Acá entre nos, mientras el equipo perredista del Artur anda chambeando en la campaña para la diputación local, los compadres del Yorch, y otros que se les sumaron, ya sacaron el cobre.

Su escuelita de arreglar la polaca a los madrazos es el pan de cada día en Morena. Y es que ayer los suyos comenzaron a dar su Sábado de Gloria, pero retroactivo porque a puño limpio y palos armaron un desmadre pa' intentar detener el registro de los candidatos a las presidencias municipales.

Si bien a los Méndez no se les vio por la Esteban de Antuñano, nomás hay que acordarse de cómo en 2007 el Yorch, fiel seguidor de AMLO, sacó una viga pa' intentar tirar la puerta y entrar a una asamblea de su expartido perredista.

El gen violento del PRD se lo llevaron los que siguieron al Mesías tabasqueño mientras que los perredistas que se quedaron, ya caminan tranquilamente con los redentores del PRIAN, quienes ya los perdonaron por sus ofensas del pasado.

Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza. ¿O no, banda?