La detención del diputado morenista Saúl Huerta por el presunto abuso sexual a un menor de edad, en la Ciudad de México, es sólo el inicio de una madeja de mentiras y complicidades.

Las patrañas que dijo el propio legislador federal, son varias. La más significativa es que aseguró que fue liberado luego de que se le practicaron pruebas al menor y que al no encontrarse rastros del abuso sexual, pudo retomar su libertad.

Falso.

Las autoridades de la Ciudad de México reconocieron que la detención se realizó en el hotel y que el legislador –que también es abogado- se amparó en su fuero para que se le dejara seguir en libertad mientras continúan las investigaciones.

Su postura frente a medios nacionales para contar “su verdad” incluyó, como en la mayoría de estos casos, la descalificación de la víctima. Acusó al menor de 15 años de quererlo chantajear y extorsionar.

Sin embargo, los audios, que presumiblemente son de la madre y la víctima, reflejan una verdad muy diferente.

La propia oferta del diputado, escuchada en la grabación telefónica, para retirar la denuncia a cambio de una suma económica, permite presumir que “algo esconde” o que al menos busca silenciar el tema a billetazos.

Las declaraciones de la víctima, también reveladas por Ciro Gómez Leyva en su noticiero nacional, son demoledoras.

Escuchar al joven narrando cómo después de una bebida se sintió mareado, que al final Saúl Huerta rentó sólo una habitación en el hotel pese a que en un inicio él prometió cuartos separados y hasta cómo presuntamente sucedió el abuso, despiertan la indignación de millones de personas.

Y aclaro, escribo el presuntamente no porque ponga en duda una sola de las palabras de la víctima, sino porque entiendo que la ley me obliga a respetar la presunción de las personas, incluso de quienes tienen sobre ellos las peores acusaciones.

Las dudas

Su voto a distancia a favor de la reforma de AMLO a la Ley de Hidrocarburos resulta anecdótica ante la indignación y repudio que generaron los actos del diputado.

Las dudas son muchas. Explicar qué hacía un representante de Puebla a las 6 de la mañana en la habitación de un hotel con un adolescente, es la primera.

Detallar para qué ofreció pagar “con creces” a la madre de la víctima a cambio de que no lo destruyera, es otra de las cuestiones.

¿Cuántas veces más pagó a víctimas –menores o sus padres- para que estos señalamientos no llegaran ante la opinión pública?

Si el fuero no fue la razón por la cual pudo evitar la prisión, ¿quién ayudó a liberarlo?

¿Levantará la voz, Eloísa Vivanco, presidenta de la Comisión Nacional de Honor y Justicia de Morena para exigir que se le retire la candidatura o simplemente volteará para otro lado?

¿Qué dirán esos legisladores como Ignacio Mier que salieron a cubrir su ausencia y dieron la cara por el presunto agresor sexual?

La marca Morena

Huerta Corona es uno más de la larga lista de candidatos que Morena ha defendido a capa y espada incluso violando el principio de 3 de 3 contra la violencia.

Compararlo con Félix Salgado Macedonio ya parece poco.