Adán Xicale fue una de las figuras icónicas que encaró al morenovallismo para defender las tierras cholultecas. 

En 2014, su osadía le llevó a pasar –junto a su hijo Paúl- más de un año tras los barrotes como muchos de los presos políticos.

La noche que salió de la cárcel, la algarabía se mezcló con la valentía y un discurso triunfalista en el cual aseguró que seguiría defendiendo las tierras de sus vecinos. 

Su inclusión en Morena se vio casi natural, un activista de izquierda que estaba comprometido con los tres principios de la 4T: no mentir, no robar y no traicionar. 

Su cercanía con la hoy presidenta municipal, Karina Pérez, tampoco levantó sospechas ni cuando le incluyeron en la planilla de Popoca ni cuando se sumó a las actividades en el Ayuntamiento de San Andrés. 

En 2018, cuando la ola lopezobradorista lo arrastró, aseguró que su meta era demostrarle al Pueblo Mágico que había capacidad para gobernar bien: “No hay ninguna revancha, ni resentimiento. Lo que queremos es que haya una administración que cambie las cosas, que se gobierne con el pueblo y que San Andrés vea que sí se pueden hacer las cosas”. 

Pero algo falló. 

En algún momento de los últimos 20 meses el camino tomó otro rumbo. 

Ante la negativa de Morena de entregarle la candidatura a la presidencia municipal, el hombre que enfrentó a Moreno Valle decidió cambiarse el chaleco guinda por una playera morada. 

Ahora dice que mantendrá su apoyo a Andrés Manuel, pero desde el Partido Encuentro Solidario (PES). 

¿Será que Adán Xicale mantiene sus convicciones o se convirtió en uno más de los miles de políticos chapulines que al perder una candidatura simplemente abandonan el barco y defienden una nueva casaca? 

Veremos y diremos 

Los tres cínicos 

¿Qué tienen en común José Juan Espinosa, Facundo Rosas y Saúl Huerta? Que las tres figuras públicas han salido cínicamente en las últimas horas a tirarse al piso y pedir que se les respeten sus derechos humanos. 

Mientras el diputado local confesó que anda en Houston, Texas, evitando su detención tras las denuncias millonarias de sus cuentas públicas, el exmorenovallista intentó lavar su pésima imagen asegurando que cuando estaba al frente de la Policía Estatal los delitos disminuyeron. 

Pero quien se lleva la estatuilla del cínico del año es Saúl Huerta, que amparado en el fuero y en que aún es diputado federal, concedió una videoentrevista en donde desacreditó y revictimizó al adolescente que presuntamente violó, y a sus familiares.  

Sí, hay que ser muy cara dura para exigir, escudados en la tecnología, que se les respeten sus derechos humanos cuando ellos mismos violaron los de otras personas. 

Ojalá el brazo largo de la justicia los alcance y cuanto antes, mejor. 

¡Vaya trío de pillos!