Comenzaré diciendo que la muerte de una persona, la que sea, es terrible. El fallecimiento de las dos estudiantes de la Normal Carmen Serdán es lamentable, casi tanto como la raja política que las normalistas están tratando de sacar.

Esta casa editorial ha dado espacios, cobertura y voz a las estudiantes que desde la Sierra se trasladan a la capital en búsqueda de amplificar sus peticiones, algunas muy entendibles, otras francamente ilusorias.

Como hijo y nieto de maestros, tengo perfectamente clara la importancia de la educación y de la formación de maestros y maestras en nuestra sociedad, no por nada profesiones como la docencia y la medicina gozan del mayor respeto social.

Tras lo anterior, quiero decir que la protesta inicial de ayer frente a Casa Aguayo se realizó en el marco de la ley, pero abusaron de su libertad y pusieron en riesgo muchas vidas, no sólo las suyas.

El silencio de las normalistas ante las preguntas reiterativas de los medios, que buscamos su postura para cumplir con nuestra labor informativa, nos demuestra que ellas no están en el ánimo de dialogar ni de hacer una protesta pacífica.

Las fotografías y videos donde se aprecian galones de gasolina, que fueron decomisados hacen que uno piense lo peor: ¿qué pensaban incendiar, Casa Aguayo o a los policías que resguardaban la sede de gobierno?, ¿Acaso la vida de los uniformados no vale lo mismo que la de cualquiera de ellas?, ¿Quién las utiliza para intentar, sin éxito, desestabilizar la gobernabilidad en Puebla?

En el colmo, las mujeres que toman casetas y secuestran camiones, no midieron con quien comenzaron una guerra, de la que seguramente no saldrán bien libradas.

En el tuit oficial, la política prevalece. Las ocasiones en que ellas han realizado sus posicionamientos el gobierno les ha respondido. Es cierto, no todo su pliego petitorio se ha cumplido, es imposible y con acciones como las de ayer, ellas mismas dinamitan el único puente de comunicación que tienen. 

Las locuras de los candidatos

Casi al cierre de esta edición nos enteramos que Porfirio Lima, el candidato del PVEM que presuntamente estaba secuestrado, estaba de parranda.

Con un nombre falso y en otra ciudad, el médico de profesión decidió que la mejor estrategia para aumentar su popularidad, a unas horas de que concluya la elección, era fingir su secuestro. ¡Vaya estrategia!

Pero hay más, las últimas 24 horas de campaña prometen y mucho, no me pregunte si hoy por ejemplo antes del mediodía se “revela” que algún candidato cambió de preferencias sexuales sólo para “cumplir con la cuota”.

Uno pensaría que esto es un mal viaje pero no, también el árbitro electoral nos sorprende con resoluciones históricas como el retiro de candidaturas y la solicitud de que los partidos presenten a nuevos candidatos, el mismo día que concluyen las campañas, en lo que es una burda simulación.

Ya sabe que todos los detalles de esta y más información los podrá consultar en Intolerancia Diario, le recomiendo seguirnos en redes sociales, porque las próximas horas serán de telenovela.