Una entrevista a modo terminó por ser la estocada de Hugo López-Gatell o al menos así debería finiquitarse la historia del subsecretario de Salud que no pudo o no quiso enfrentar la pandemia del coronavirus.
Por desgracia para los mexicanos, la experiencia nos dice que el tlatoani del Palacio Nacional es terco y que antes que reconocer que colocó al hombre menos capaz para afrontar la peor pandemia de los últimos años, lo mantendrá en el puesto, pase lo que pase.
Y es por eso que nos indigna aún más que las idioteces que dijo en una televisora al servicio del estado, como lo es Canal 22, simplemente queden en el enojo colectivo o peor, en el anecdotario.
Decir que sólo es una veintena de personas la que se manifiesta cada ocasión que cierran vialidades exigiendo los medicamentos para que sus hijos vivan ya era imperdonable.
Pero el arrastrado funcionario insistió en lustrarle los zapatos a su jefe y politizó, una vez más, un problema delicadísimo de salud nacional.
A la par de negar una verdad que todos conocemos, afirmó que las protestas podrían ser parte de una extrema derecha, de un grupo de golpistas, que eran acciones “de manual” para realizar “golpes de Estado”.
Nada más alejado de la realidad. Nada más falso.
Quienes redactan amparos, quienes ruegan apoyos en redes sociales, los que cierran el aeropuerto de la ciudad de México o las carreteras, los que se montan afuera del Palacio Nacional o dictan ruedas de prensa en ánimo de ser escuchados, simplemente están haciendo lo que usted y yo haríamos por un hijo, pelear por su salud a toda costa.
El propio Andrés Manuel ha reconocido que después de dos años de su gobierno y tras romper las cadenas de suministros, hay carencia de medicamentos oncológicos y hasta se atrevió a presumir que llegaron tres fármacos mientras ocultó que otras 22 claves continúan sin entrar al país, poniendo en riesgo la vida de los menores que cada día luchan entre vómitos, dolores y quimioterapias para esperar, una semana más, a que se cumplan las promesas de aire que suelta AMLO sin el menor recato.
No señor López-Gatell, quienes han alzado la voz y han desesperadamente organizado marchas, mítines, colectas y hasta viajes al extranjero para mantener con vida a sus hijos, no son “golpistas”, no buscan dar un “golpe de Estado” a la 4T, es más, le aseguro que la política es lo último que les preocupa en las frías salas de los hospitales o en los indolentes cubículos médicos donde les confirman que otra vez, tendrán que cambiar de fórmula o esperar unos días más para ser atendidos, porque no hay, no han llegado los medicamentos que tanto le cuesta traer.
Lo dicho, es inhumano que el Ejecutivo federal pueda girar la orden para desempolvar el avión presidencial y enviarlo en una misión “diplomática” para rescatar a Evo Morales e incluso buscarnos un pleito internacional con tal de apoyar a “su amigo” y no pueda usar esa misma aeronave para ir a los laboratorios del mundo que tengan los medicamentos que permitirán a muchos de los niños mexicanos, seguir respirando.
Así pues, las declaraciones indolentes de López-Gatell en un canal que es propiedad de la nación simplemente quedarán en el enojo general y justificado, de esa clase media “aspiracional” que tanto desprecia el presidente.
La solicitud de renuncia de Hugo López-Gatell que lanzó anoche la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, desde ahorita se lo firmo, no prosperará.
Pobre México tan lejos de la salud y tan cerca de la 4T.