Quiubo, banda intolerante. Como ya se la saben, aquí les viene su héroe de barrio que les trae la información más certera del pancracio político de Puebla.

Así que agárrense, porque me les vengo. Y conste que no les aviso dos veces.

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Me contaron mis chismosos del Charlie Hall que nada bien cayeron los dichos de Catalina Pérez Osorio, que más que desafortunados son pa’l olvido.

Nomás pa’ que hagan memoria: hace unos días la flamante encargada de la Segom se aventó la puntada de echar la bolita al próximo gobierno municipal pa' meter en cintura a los ambulantes.

Al puro estilo del despecho ajeno soltó que sí tenía plan para reordenar a los valedores informales, pero ni modo, como perdieron la elección ahora le tocaba entrar al quite a Lalo Rivera.

¡Hija de Dios! Ya ni la burla perdona y uno teniendo que esquivar toda la vendimia en el merito Centro de nuestra chula Puebla.

Porque si no te toca el arrimón de camarón y una gorra que te la meten con calzador, hay que hacer fila india para caminar apenas unos metros. Neta que no es de Dios.

Cómo se ve que la Cata conoce las necesidades de los poblanos.

Pero eso no es todo porque la historia tuvo su parte dos. Y es que pa' hacerla de emoción, justificó sus dichos con la madre de todas las puntadas.

Dijo que los ambulantes migraron de afuerita de las escuelas para lanzarse al Centro Histórico, cuando el Covidio mandó a los morritos a guardarse en sus cantones.

Y encima que ustedes, valedores, tienen la culpa por comprarles fayuca nomás por no tener varo para comprar chucherías originales.

Y para terminarla de embarrar, en algo que no sé si fue eructo o declaración, salió de su boca la justificación de que dejar a los ambulantes en las calles, es una forma de reactivar la economía.

Así se las gasta doña Catita Pérez Osorio.

Créanme que estos dichos no cayeron nada bien con su jefa y compañía. Porque con estas animaladas, más de uno ya duda si era la opción más adecuada pa'l puesto.

Y es que si a los hechos vamos ahí es donde se teje fino y no se puede andar con ocurrencias.

Menos cuando de ambulantes se trata, tema delicado para todo papucho poblano que se respete y mande.

Ahí se las pongo, como les gusta.

Ojo con los ambulantes. ¡Nomás digo!