“Mas vale mal bueno por conocido que bueno por conocer!” Este dicho ha sido nuestra sentencia. Suena bonito y nos hemos identificado con él, pensamos que es una sentencia sabia e indiscutible.
Imagina, lector querido que, Einstein, Mozart, Picasso, Higgs, Sócrates, Dante Alighieri, Miguel Ángel o Leonardo da Vinci hubiesen pensado así; estaríamos peor de lo que hoy estamos. Nada puede ser peor que el conformismo, el no atreverte a ser quién realmente eres por temor a la crítica, al juicio de la borregada que prefiere la “seguridad” de lo desgastado y podrido. Obviamente, al poder no le gusta ni le conviene que exista la gente que piensa en hacer lo que aman, no le gusta y les teme a las personas que piensan y disfrutan del placer de vivir sus propias vidas.
Ellos, los grandes, buscaban y vivían disfrutando el poder de crear, de hacer lo que sentían, que podía ser distinto, mejor y más satisfactorio para su espíritu creativo. Eso estaba por encima de la búsqueda del poder, más allá de “el que no tranza no avanza”. Su objetivo fue siempre el crear. Obviamente todos buscaron el vivir bien, con lo justo para no ser aplastados por aquellos malévolos que, por siglos han manipulado el poder para su propio beneficio.