Pasado el proceso electoral, el PAN enfrenta otro importante compromiso, tendrá que definir quién será su próximo dirigente estatal, y por ende quien coordinará la elección a la gubernatura en 2024.

Desde ahora podemos ver que Marko Cortés, no meterá las manos en el proceso de Puebla, donde ya es casi seguro que irán tres candidatos, Genoveva Huerta, Rafael Micalco y Marcos Castro.

El decir que no va a meter las manos en el proceso no es una frase demagógica, es más bien algo realista y pragmático. Marko buscará la reelección y apoyar a uno u otro aspirante local en Puebla significaría perder los votos de quienes simpaticen con los otros grupos.

Esta será la primera renovación de la dirigencia estatal ya sin la mano de Rafael Moreno Valle en 11 años, pues las elecciones después del golpe de estado a Juan Carlos Mondragón, fueron su decisión, así llegaron Rafael Micalco (segunda ocasión), Jesús Giles Carmona y Genoveva Huerta Villegas.

De las tres cartas que hoy se manejan para liderar al PAN Puebla, los personajes tienen su propia estructura y sus propios padrinazgos, por lo cual se anticipa un proceso apretado, de golpes bajos y de pronóstico reservado, previo al lanzamiento de la convocatoria.

La heredera del morenovallismo

Genoveva Huerta Villegas, presidenta actual del Comité Estatal, y la última en ser designada por el morenovallismo, ya enfrentó dos procesos electorales, el primero para la elección del gobernador interino y el segundo, la elección intermedia.

Los resultados obtenidos parecieran ser buenos, sin embargo, hay que señalar que fue la capital del estado la que dio las posiciones estratégicas, porque en el interior del estado se perdieron espacios.

El tiempo dirá si el grupo político creado por Rafael sobrevive a su condición de orfandad y también nos dirá sí Genoveva tiene la capacidad de ejercer un liderazgo real o si sólo era la ejecutora de las órdenes de Martha y Rafael.

La carta fuerte de la derecha poblana

Rafael Micalco buscará por cuarta ocasión la presidencia del partido, en dos ganó, aunque una prácticamente fue designación y después vino el rompimiento con Rafael Moreno Valle, la persecución y más tarde, las denuncias que lo obligaron a prácticamente desaparecer de Puebla.

En su segunda presidencia, se concentró en los municipios, ya que la capital era controlada por el gobernador. Fueron seis años de ausencia y muchas cosas pasaron en ese tiempo por lo que ahora tiene que volver a picar piedra.

Micalco tiene en su historial, la faceta morenovallista, de la que salió sumamente lastimado y la de panista tradicional, desde donde construyó una estructura de peso en el interior del estado.

La que hoy se ve como una debilidad, puede ser su principal fortaleza: no tiene un padrino visible.

El alfil de Lalo Rivera

El tercer personaje que está teniendo un crecimiento, es Marcos Castro, quien ya fue secretario general del PAN, y por lo tanto conoce los temas operativos y el interior del estado.

Además es un personaje muy cercano a Eduardo Rivera Pérez, prácticamente de la misma generación de políticos panistas. La marca le está favoreciendo y en un descuido podría rebasar a los otros panistas.

Su debilidad más notoria es el riesgo de la parcialidad de su liderazgo, en favor de la candidatura a gobernador de Lalo Rivera, aunque de lograr la toma del CDE del PAN sería sin duda, la avanzada de la campaña del grupo de Rivera Pérez rumbo a Casa Puebla.

Así las vidas y el proceso que será sumamente tenso e interesante y ahí se verá de qué está hecho el PAN poblano y si puede elegir a un presidente estatal sin terminar gravemente fracturado. Si lo logran, consolidarán la marca y se convertirán en un contendiente real para el 2024, de lo contrario, si la voracidad política los parte, perderán la posibilidad de ganar la gubernatura y todo lo que esta implica.