Quiubo, banda intolerante. Como ya se la saben, aquí les viene su héroe de barrio que les trae la información más certera del pancracio político de Puebla.

Así que agárrense, porque me les vengo. Y conste que no les aviso dos veces.

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Me cae de madre que entre las tribus morenistas nomás no se ayudan. Todavía no se hunde de todo el barco y ya hay ratones que dijeron patitas pa’ qué las quiero.

Si no, pregúntenle a Norita Merino que de buenas a primeras se dejó llevar por el canto de las sirenas. De ser la morenista estrella en el Congreso pasó a ser la petista estrellada del momento.

Y es que ayer se consumó su pragmatismo porque sin decir agua va, el PT la presentó como su próxima coordinadora en la LXI Legislatura.

O sea, todavía el Congreso no baja la cortina y ya se anda promocionando como “Bronco” en concierto de pueblo.

¡Chale, para eso me gustaba!

La neta acá entre nos, la Chapulina Merino podrá decir lo que quiera, pero bien decían las abuelitas, no hagas cosas malas que parezcan buenas. Porque no es lo mismo ser presidenta de Junta de Gobierno en Morena que ver lo que se cacha como líder de diputados del PT.

De ese tamaño la crisis morenista y más el amor a la camiseta que presumían. O qué, ¿a poco creen que sus fieles alfiles andan contentitos con la desbandada?

Ya con calculadora en mano resulta que, en dos legislaturas, Norita brincó del PES a Morena y luego al PT. Amores vemos, saltos no sabemos.

Y es que cómo olvidar cuando el Golden Boy Biestro, y Norita andaban de piquete de panza en los pasillos del Congreso.

Esos que se dicen fundadores de Morena ya no saben dónde meter la cabezota por la vergüenza de apoyarla en campaña.

Más les duró el gusto de saborear unas quecas del Parián que de ver consumado el proyecto de Norita.

A estas alturas doy más por unas chalupas que por la fidelidad política de la flamante diputada.

¿Y ustedes, banda?