El primero de agosto se cumplieron dos años de la llegada de Miguel Barbosa Huerta a la gubernatura de Puebla.

En este tiempo, entre lo más destacado, ha sido el aseo a la casa ante la terrible corrupción generada desde el gobierno del finado Rafael Moreno Valle Rosas y cómo enfrentar a la pandemia.

La corrupción morenovallista, es la misma que estuvimos revelando durante años y que ahora se confirma. Pero a diferencia de Andrés Manuel López Obrador, Miguel Barbosa, no solo ha se la ha pasado acusando y combatiendo los excesos del pasado, sino también los detectados en su mismo gobierno. Sin pelos en la lengua ni mano temblorosa, el mandatario los ha señalado y ha corrido a quien lo merece.

Pregúntenle al ex secretario de Movilidad y Transportes, Guillermo Arechiga Santamaría, que de no ser por su fuero de diputado federal, tal vez ya estaría en la sombra.

Nada más hay que recordar que tuvo que salir en medio de policías de sus oficinas. En estos dos años, se han contado por lo menos 15 cambios en nueve dependencias de su gabinete.

El primer cambio fuerte por el tema de corrupción, fue el 28 de febrero de 2020, con la remoción del vicealmirante, Miguel Idelfonso Amézaga Ramírez de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal.

Siguió el mismo camino Raciel López Salazar, quien ya estaba haciendo su especie de hermandad, con sus mandos chiapanecos, quienes ya tenían el control, pero cortó de tajo el gobernador.

Otra baja notable, fue la de Vanessa Barahona de la Rosa, de la Secretaría de Turismo. La expriista nomás no dio una.

Pero el cambió que más destacó últimamente, fue el despido de David Méndez Márquez, de la Secretaría de Gobernación (Segob), quien ya estaba fraguando su carrera política desde el cargo.

Claro, sin contar el rompimiento que hubo con Fernando Manzanilla, quien ocupó la misma Segob a inicios del mandato barbosista.

Los dos se fueron llorando, al cortarlos también de un solo tajo, por sus irregularidades. Pero, también el gobierno barbosista, está sorteando la pandemia desde hace más de un año cinco meses.

O sea que apenas llevaba poco más de siete meses, cuando llegó la enfermedad de la Covid-19 que ha azotado al mundo y se tuvo que dar un fuerte golpe de timón.

Más de tres mil millones de pesos se han aplicado hasta el momento para atenuar el embate de la enfermedad que ha matado a más de 12 mil poblanos, desde marzo del 2020.

Lo cierto es que no se han maquillado cifras y se ha hablado con claridad a los poblanos de la situación. Se ha cerrado cuando se tuvo que cerrar, siempre con la prioridad de la salud.

Y esto seguirá por mucho tiempo más.

En tanto, Miguel Barbosa, ha dado diariamente la cara, respondiendo todo tipo de preguntas en sus videoconferencias matutinas, algo muy bueno, sobre todo porque veníamos de sexenios, donde hablar parecía un tabú y la opacidad era el pan de cada día.

Ahora vienen retos muy importantes para los siguientes tres años de gobierno, por ejemplo, el retorno a clases presenciales, la reactivación económica y uno muy importante, el combate a la delincuencia.

El trienio venidero, será en un contexto político y económico muy distinto, en el que el barbosismo deberá echar toda la carne al asador.

Tiempo al tiempo.