Lo que sucede a un país con el deporte en unos Juegos Olímpicos puede parecer un asunto menor, comparado con la importancia de temas como la pandemia, la atención de niños con cáncer, la inseguridad y la violencia ligados al narcotráfico y el huachicol.

Sin embargo, la política en materia deportiva de un país forma parte de lo que un gobierno contempla como proyecto de nación.

Sí observamos con detenimiento, lo que ha sucedido con el deporte en México durante el sexenio lopezobradorista, es exactamente proporcional a lo que sucede en las otras áreas de la administración y la política.

La posición de Ana Gabriela Guevara en la Conade, encuentra similitudes sorprendentes con las de otras a las que llegaron personajes como Hugo López Gatell, Alfonso Durazo o Rocío Nahle, por citar a unos cuantos.

Con la fama de una deportista de élite, la subcampeona olímpica de los 400 metros planos se adueñó de la Conade, como si fuese el jugoso botín de premio a su carrera.

Con la mirada puesta en la gubernatura de Sonora y en las mermadas arcas de este organismo, Ana Gabriela hizo exactamente lo mismo que tanto criticó en sus épocas de atleta.

Se olvidó de los deportistas, limitó los presupuestos, beneficio a una docena de posibles medallistas, a quienes condicionó su apoyo a cambio de la burda zalamería.

Todo esto, aderezado por la soberbia y arrogancia de una mujer que desde la distancia, cedió las cañerías de la Conade a un par de lacayos, mientras ella combinaba la política con sus aficiones personales, entre ellas el golf y el shopping en exclusivos centros comerciales, de esos a los que su jefe les llama fifís.

De ahí que el fracaso de México vaya más allá de las 4 medallas de bronce y el lugar 84 del medallero.

Hoy tenemos un deporte en ruinas. En donde lo único que importa es el béisbol, en el que acumulamos 3 derrotas, una de ellas vergonzosa contra la novena de Israel, que —sin ningún historial beisbolero— jugó con peloteros retirados.

El olvido en el que se encuentran los deportistas y las federaciones no cambiará, porque al igual que en los temas de Salud, Energía y Seguridad, Andrés Manuel tiene otros datos.

Si algún reportero se atreve a cuestionarlo, lo veremos hoy en su mañanera desdeñar el fracaso y decir que vamos requetebién.

Culpará a los gobiernos anteriores y dirá que ya acabaron con la corrupción en el deporte. Que Ana Gabriela cuenta con su respaldo porque es honesta y que su futuro al frente de la Conade es incuestionable.

Es exactamente lo que ha hecho con López Gatell y Rocío Nahle, al igual que con Alfonso Durazo a quien ya hizo gobernador.

La política de la negación es férrea y consistente en la 4T y el deporte no podía correr con mejor suerte.

Basta con leer un tuit de AMLO de hace tres años, escrito el 14 de agosto de 2018 en el que aseguraba tener muy claro lo que haría con el deporte.

No resiste un análisis. Desafortunadamente, lo que vimos reflejado en Tokio, es sólo la constante de un gobierno basado en ocurrencias, caprichos y soberbia.

Ni más, ni menos.