Quiubo, banda intolerante. Como ya se la saben, aquí les viene su héroe de barrio que les trae la información más certera del pancracio político de Puebla.

Así que agárrense, porque me les vengo. Y conste que no les aviso dos veces.

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Mi manada del alma, con la novedad de que a Néstor Camarillo, el traqueteado líder del PRI Puebla, sus propios operadores políticos le sacaron los trapitos al sol, ni más ni menos que por moroso.

Y es que a decir de su “gente”, Nestorito Carmarillo no les ha pagado más de un melón de pesos por operarle la pasada campaña, exhibiéndolo por faltar a sus propios acuerdos.

Así la reputación del golden boy priista que prefiere armar las famosas covipedas cada que la ocasión lo requiere que saldar deudas de honor.

Porque no hay que olvidar que a la menor provocación Nestorito se saca de la manga cuanta pachanga se le ocurra sin importar el Covidio.

Eso sí, mis carnales, mientras haya pa’ chupe y diversión, qué más da quedar a deber un meloncito por acá u otro meloncito por allá.

¿Cuánto se hubiera ahorrado el tlatoani tricolor si en lugar de pagar pomos a propios y extraños, mejor le hubiera echado un abonito a la cuenta?

¡Copetes vemos, deudas no sabemos, mis valedores! 

Mínimo les hubiera pagado como yo a la doña del tianguis, de a pesito en pesito pa’ no darse a conocer, porque sí está gacho querer repetir en el negocio, digo, en el cargo, pero sin aflojar los dineros.

Y aunque los priistas quisieron calmar la exhibida del patrón, lo cierto es que terminaron peor al casi, casi decirles “a chingar a su madre” y mandarlos al CEN.

Me cae que en el PRI Puebla echaron la casa por la ventana y la dejaron patas pa’ arriba, todo al mismo tiempo. ¡Vaya pinche cinismo!

Falta ver ahora con esta fama quién es el guapo que se anima a operarle algo al tricolor mientras siga este personaje al mando porque pa’ trabajar gratis mejor me quedo en mi casa.

Y como decía mi jefecita que la “forma es fondo”, más vale no hacer caravana con sombrero ajeno y dárselas de muy, muy, que en una de esas acaban, mis valedores, en la silla de los morosos como Nestorito Carmarillo.

¿O no?