Se cumplió un mes del llamado de urgencia que lanzó con total claridad el gobernador Miguel Barbosa para que el gobierno de AMLO enviara a Puebla más vacunas contra Covid y después de 30 días, seguimos como estábamos: en el sótano.

Aunque el estado ha demostrado que cuenta con la capacidad para aplicar todas las dosis que mande la federación y que está en la mejor disposición para ir a la capital del país a traerlas, lo cierto es que las palabras de AMLO se quedaron tan vacías como los refrigeradores en donde se guardan los biológicos.

Ayer nuevamente y en un tono de ironía, el gobernador volvió a alzar la voz y a pedirle, ahora a la Ciudad de México, que las dosis que a ellos les sobren, nos las manden para Puebla.

Sin decirlo, Miguel Barbosa pidió que el gobierno de Andrés Manuel deje de lucrar políticamente con las vacunas y de apuntalar las aspiraciones presidenciales de Claudia Sheinbaum a través del oro del momento.   

En este mismo sentido, los reporteros cuestionaron a otro presidenciable. Marcel Ebrard empeñó su palabra y aunque aclaró que no es precisamente su encomienda, trabajará para que lleguen a Puebla las dosis necesarias para que en octubre, como prometió AMLO, todas las personas mayores de 18 años en Puebla cuenten con al menos una dosis.

Si bien espero que la palabra de este hombre en campaña tenga más honor que la del presidente, me pregunto si realmente tienen alguna estrategia él, Gatell, Obrador, Rosa Isela o alguien en la federación para que Puebla deje de estar en el sótano de los vacunados.

Hasta el momento pareciera que de todos (y todas) no se hace uno y que sólo se echan la bolita entre unos y otros, mientras en Puebla la tercera ola presiona a los hospitales con el ingreso de enfermos graves.

Esperemos que no lleguemos a los primeros días de octubre con el mismo reclamo, Puebla, por si lo olvidan en la federación, también vota y es uno de los estados que mayor número de electores tiene.

La fragilidad del cargo

Aunque los políticos suelen olvidarlo, lo cierto es que cada cargo público es frágil, tiene una fecha de expiración y a veces ni siquiera es posible protestarlo.

Traigo esto a colación por el caso de Melissa Jauli, la reciente diputada de Morena cuyo asiento en el Congreso es menos seguro que un volado.

Si bien ella presume en sus redes sociales, además de una pésima ortografía, de contar con su constancia de mayoría, hay una impugnación en su contra y además, el INE tiene todos los elementos para retirarle la diputación, aplicarle una multa y de paso, vetarla en caso de que se repita la elección.

Entre los muchos candidatos de Morena que violaron flagrantemente los topes de campaña se encuentra Jauli Gutiérrez quien “solamente” se gastó  96 por ciento más de lo que la ley le autorizó, es decir, casi el doble de los 325 mil 742 pesos que podía gastar durante su campaña.

Recordemos que la ley tolera que los candidatos excedan en un pequeño porcentaje lo que tenían como topes, pero está mujer gastó a manos llenas, situación que le impedirá, por ley, llegar al Congreso estatal.