Quiubo, banda intolerante. Como ya se la saben, aquí les viene su héroe de barrio que les trae la información más certera del pancracio político de Puebla.

Así que agárrense, porque me les vengo. Y conste que no les aviso dos veces.

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Bien dicen que el miedo no anda en burro y así merito le anda pasando a Guillermo Aréchiga, exsecretario de Movilidad y Transporte de Puebla, quien no deja de sentir pasos en la azotea.

Luego de ser lanzado de la SMT por el góber y exhibido de corruptazo, le ha dado por querer volver a ser la mano que mece la cuna en el gremio magisterial.

Así como lo leen, banda. El Memito ya comenzó a operar en el SNTE pa', como lo hizo en el pasado, usando a los maestros como carne de cañón ante el verdadero terror de ser llevado al tambo por tanto cochupo que armó entre transportistas.

Y es que quiere, a toda costa, hacerse del poder con la mentada Reivindicación Magisterial Puebla A. C., que no es más que su intentona por dinamitar al SNTE y aprovecharse de los maestros que ya de por sí andan requete olvidados en tiempos de Covidio.

Nuestra fichita mueve los hilos que dejó tendidos en sus años de líder entre algunos maestros pa' cobrar fuerza prometiéndoles, como preparatoriano, la luna y las estrellas, aunque en el fondo solo busca cubrirse la santa espalda ante la cruda realidad que le espera.

Acá entre nos, me dice mi chismoso del barrio magisterial, Aréchiga está dispuesto a traicionar a Elba Esther Gordillo, la patrona del SNTE, con tal de hacerse del poder y negociar su libertad con la susodicha organización patito.

De ese tamaño debió dejar su cochinero en la SMT, porque cuando el góber advirtió que le pisaban los talones, en chinga quiso poner de escudo a los pobres profes.

Lo que está más claro que el agua es que el exmorenovallista se está jugando sus últimas cartas con la renovación de los sindicatos magisteriales en Puebla.

Y pa' como van las cosas, no duden que venda su alma al chamuco con tal de seguir echándose sus molotes en El Parián.

Los días de Memito Aréchiga están más que contados. Si no fuera así, pa' qué tanto brinco estando el piso tan parejo. ¿O no, mi banda?