Durante los primeros 15 días del regreso a clases presenciales, varios maestros se han sorprendido con las acciones que ha tomado el Issstep porque pareciera que tiene la instrucción de ocultar a toda costa el número real de contagios de coronavirus entre los docentes.

En dos escuelas diferentes la historia es similar. Un maestro, tras presentar síntomas de Covid y enterarse que sus alumnos o pares han dado positivo acuden a un laboratorio particular para conocer si están infectados.

 

Tras conocer que efectivamente son portadores del virus acudieron al Issstep para solicitar una valoración y la respectiva incapacidad.

En el hospital evitaron una segunda prueba y entregaron el documento que les permitió a los docentes mantenerse en casa, sin embargo, en él omitieron detallar que la causa de incapacidad es el virus que azota al mundo.

Si bien, las incapacidades originalmente cuentan con tres opciones: embarazo, riesgo de trabajo o enfermedad general; llama la atención que después de año y medio de batallar con el Covid-19 y ante la urgencia de comunicar a superiores el contagio, no se incluya como causa de la incapacidad.

 

Con esta acción que ha sido reiterada, de la que tenemos evidencia de un par de escuelas, se hace evidente que en el Issstep están de manera dolosa o por omisión, ocultando el número de casos activos que se registran en el arranque de clases presenciales.

No quiero pensar que la instrucción viene desde la federación para que al cabo de uno o dos meses, la secretaría Delfina Gómez, el subsecretario Hugo López-Gatell o el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, salgan en una mañanera a decir que el regreso a clases presenciales, en el pico de la tercera ola, fue todo un éxito.

Sin embargo, esta estrategia, nos hace cuestionarnos a quién convendría que se evite a toda costa llevar una estadística transparente sobre los casos de contagios que se presentaron en este emberrinchado regreso a clases.

El ocultamiento de la causa de incapacidad, es altamente riesgoso tanto para los docentes que laboran en las escuelas donde otros se han contagiado, como para los alumnos que estuvieron en contacto directo con esos maestros.

¿Será que otra vez le apuestan a la fallida “inmunidad de rebaño” y que mueran los que tengan que morir?

Son preguntas, cuyas respuestas implican muchas muertes.

Ni más, ni menos.