Las grandes festividades nacionales suelen originarse al rememorar su independencia de otro poder, la unificación bajo una nueva figura o la creación de una constitución que los consolida como estado.

Algunas rancias potencias festejan las fechas en que sus imperios se forjaron, como la Fiesta Nacional de España los 12 de octubre cuando Colón y América, en algunos países impera la religión, como Irlanda y San Patricio, o Luxemburgo que mueve su fiesta nacional al cumpleaños del Gran Duque.

El constante martilleo del concepto independencia tiene un impacto en la psique del mexicano, y el hecho de que la actual administración haya enarbolado la bandera de soberanía tiene efectos prácticos.

¿De qué hablamos cuando hablamos de independencia o de soberanía? ¿Qué significa esto para los sistemas alimentarios y agropecuarios de México y Puebla?

Uno de los indicadores más sonados es la Balanza Comercial Agroalimentaria, el balance de exportaciones e importaciones de productos agropecuarios y agroindustriales.

En este rubro México tuvo un superávit el semestre pasado de cuatro mil millones de dólares, es decir que logró vender al extranjero y traer divisas que superan a todos los productos petroleros del mismo periodo.

Ahí brillan los seis pesos pesados. Cerveza, berries, tequila, aguacate, bovinos y tomate. Los caballos percherones que llevan el tiro, auxiliados por un puñado de otras hortalizas y frutas.

La abrumadora mayoría de la cerveza nacional pertenece a Modelo o Moctezuma, empresas belga-brasileña y holandesa correspondientemente. Sin la existencia de un régimen fiscal diferenciado, y el impulso gubernamental a cadenas económicas como la del lúpulo, lata o corcholata, la industria artesanal de la cerveza mexicana y poblana está obligada a sobrevivir por el puro amor a pillar una buena cogorza.

Con el tequila la historia es parecida, a la que también hay que sumarle cientos de microinversiones del extranjero, especialmente de la farándula norteamericana.

El aguacate, los bovinos (carne o en pie), el tomate y las berries han sido pujantes desarrollos de pequeño y mediano tamaño. A pesar de la necesidad intensiva de capital y tecnificación, estos emprendimientos han traído riqueza y prosperidad a muchas zonas del campo poblano.

Sin embargo, la misma balanza nos recuerda que cada semestre rompemos récords de importación en granos y oleaginosas. El país apenas puede surtir la mitad de las necesidades de maíz, trigo, soya, frijol y arroz principalmente, por las condiciones geográficas y climáticas.

Las pasadas sequías en Zacatecas hicieron que subieran 150% las importaciones de frijol, mientras que las dinámicas ganaderas demandaron 1/5 más de soya. Estados Unidos y Canadá vía trenes son los grandes proveedores, mientras que por mar Argentina y Brasil hacen lo propio en menor escala.

Poder ir a los mercados internacionales y adquirir los insumos primarios que tu país no puede o quiere producir por razones sociales, de rentabilidad o posibilidad, es un tipo de soberanía que obedece a la chequera. La renta media nacional y la galopante inflación, que es el impuesto para las clases bajas, nos recuerda que no es una opción sostenible.

Sembrar y cosechar suficiente para una soberanía alimentaria para ser la obsesión y única salida que ve la 4T. Lamentablemente los modelos agrícolas que obstinadamente se quieren preservar condenan a la milpa a ser un elemento de museo y no un ente vivo que tiene que competir y evolucionar contra los ubicuos mercados globales.

Se puede ser independiente en muchos aspectos, los estados más primitivos se estancan en los conceptos clásicos de economía, poder y política, pero los tiempos actuales son los momentos de independencia tecnológica y científica.

En este aniversario es importante reflexionar que vivimos una época portentosamente revolucionaria, como no ha conocido la historia de la humanidad, estos cambios disruptivos serán parte de futuras entregas. Por mientras, felices fiestas patrias.