Con más de 72 mil votos a su favor, Lilia Cedillo será la primera rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

La elección de la sucesora de Alfonso Esparza fue inédita. Empezando por las campañas que debieron ser digitales para evitar los contagios Covid, pasando por el involucramiento de la comunidad universitaria a través de redes sociales y no en las facultades como era la costumbre, hasta lo más relevante e innovador que fue el voto electrónico.

La BUAP demostró la madurez y el talento de su comunidad al lograr que todo el proceso electoral se lograra haciendo uso de la tecnología y minimizando así, la posibilidad de contagios por coronavirus.

El voto electrónico que requirió de controles de seguridad de dos pasos, representó un avance tan importante que bien podría ser la antesala para que algún día no lejano, las elecciones de gobernantes, legisladores y hasta las consultas populares se puedan realizar de esta manera que es mucho menos contaminante y sobretodo, más ágil, económica y transparente.

Los retos para la nueva administración universitaria son muchos, empezando por las afectaciones y adecuaciones que se han realizado y que se deberán seguir aplicando ante la pandemia.

Confiemos en que en unidad, la nueva rectora y la comunidad universitaria, puedan sortear las dificultades y sigan dando muestra de la grandeza de la institución pública.

Y para rematar, desde el ángulo político hay que decir que el gobierno estatal a través de su gobernador honró su palabra al respetar el proceso interno y permitir que fueran sólo los universitarios quienes eligieran a su nuevo rector o rectora.

Gracias a todos estos factores, la doctora Cedillo recibirá una universidad fuerte y políticamente estable.

Con esa sólida base, la próxima rectora tiene todo para poder imprimir su sello y dirigir el nuevo rumbo de nuestra máxima casa de estudios.

El manoseo del presupuesto

Los casi 97 mil millones de pesos que hasta este momento tiene presupuestados la federación para Puebla en 2022, ya están más manoseados que un tubo, a la hora pico en el metro de la Ciudad de México.

Mientras morenistas como Miguel Carrillo afirman que defenderán y pelearán recursos para obras de infraestructura en el estado, que detonen la economía y la generación de empleos locales; los diputados federales panistas sostienen que serán ellos quienes realmente pelearán con uñas y dientes que esos 7 mil millones de pesos “extraordinarios” se concreten y aterricen.

Lo cierto es que difícilmente morenistas o panistas podrán mover una sola coma a la propuesta del PEF 2022 que presentó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Para bien o para mal, el proyecto del presupuesto federal no tiene margen para reacomodar porque está claro que para el Presidente de la República su prioridad es pagar, al costo que sea, sus obras emblemáticas como Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía; aunque especialistas ya han alertado que cada uno de estos proyectos representa una pésima inversión.

En un segundo lugar, pero aún muy arriba del resto de las verdaderas urgencias del país, se encuentra garantizar los recursos necesarios para los programas sociales que como ya reveló el Coneval, de nada han servido para reducir la pobreza entre los mexicanos.

Tan mal diseñados están los programas sociales que las tarjetas plásticas con las cuales cobraban los jóvenes sus apoyos dejaron de servir antes de cumplir los tres años, ocasionando las enormes filas y aglomeraciones que hemos visto en los bancos de Bienestar de Puebla.

Así pues esperemos a que en una madrugada se vote el PEF 2022 y confirmemos que realmente no habrá modificaciones al proyecto pese a las muchas razones que se esgrimirán desde la tribuna, pero que serán voces al vacío.