Aunque controversial, por su implementación, metodología y resultados, el nuevo etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas vino a cambiar el mundo del abarrote y sus consumidores.

Buscando hacer evidentes los riesgos nutricionales para el consumidor (excesos de grasas, sodio, azúcares, calorías) así como el uso o contenido de aditivos o compuestos de interés, cafeína, edulcorantes, entre otros, la reforma a la norma comenzó a analizarse desde el inicio de la actual administración federal.

Pese a entrar en vigor en el primer semestre del año pasado, fue pospuesto hasta diciembre la implementación total por los enormes costos y retos. Toneladas de productos terminados en almacenes y centros de distribución, metros de rollos y bobinas con etiquetas estampadas, envases y embalajes listos.

Y el porcentaje de productos que necesitaban re-tiquetado, por hipercalóricos, hipergrasos, hiperazucarados, o cualquiera de las otras razones fue brutal, 9 de cada 10 productos terminaron con al menos 1 sello. Según INEGI la industria de las etiquetas ha crecido 20% este año, y hace sentido si usted recuerda los ubicuos stickers con hexágonos en muchos productos de su alacena.

No obstante, esos stickers fueron un curita, había que rediseñar desde cero ya que existió otro cambio contrastante, la restricción en el uso de imágenes llamativas en productos para el mercado infantil, es decir, todas las mascotas.

Eso dijo adiós a toda una batería de personajes que bien pudieran rivalizar con los mundos contemporáneos de superhéroes de Marvel, DC o Disney.

Actores de las mesas mexicanas de más de medio siglo como los anabólicos Pancho Pantera, Tigre Toño o Melvin. Masacres del nivel morenovallista en el Aviario del Ecológico diciéndole con el tucán de los frutilupis, el emplumado del Chocotorro y el siempre de cabeza alado del Paupau. Usted conoce al resto del elenco.

Los niños, jóvenes, y una gran cantidad de adultos, son presas inadvertidas de complejos planes de mercadotecnia. Los jingles han caducado, pero las mascotas y un representante del producto no han salido de tendencia.

Aunque bellos en estética sin la estridente publicidad, los productos necesitan a sus embajadores. Aún puede verlos pegados con diurex en un túper como promoción, pues la ley permitió su presencia en esos espacios, pero no es lo mismo. Por eso las grandes industrias comenzaron una frenética lluvia de ideas que les permitiera regresar a las mascotas empresariales a los estantes, y llegaron a dos conclusiones.

La primera es que no pueden reformular los productos de gran aprecio para el mercado mexicano debajo de las 275 calorías por 100 gramos que pide la ley. Simplemente no hay manera de quitar azúcar a unas Zucaritas, 41% del peso de una hojuela es azúcar. Esos productos se quedarán como están ahora.

La segunda es que pueden regresar parcialmente al conejo Trix y compañía a los ojos de los consumidores en los pasillos de los supermercados con productos light que permitan tener intercaladas cajas con y sin mascotas.

En los meses venideros comenzará a ver versiones de casi todos los productos idos, pero reformulados parcialmente para librarse de los molestos hexágonos y traer a la retirada arca de Noé mercantilista.

Kellogg’s ya comenzó con su línea Krunchers de cereales, altos en fibra, sin azúcar y con un sabor pasable, pero sin la esencia diabética de cada cucharada; mejor cómase un plato de avena, una fracción del costo y sin la bomba de sal y azúcar.

Algunos productos no podrán encontrar una versión nutritiva con la cual regresar a las mascotas, el Paupau es azúcar con agua y colorantes, pero donde las industrias puedan disfrazar sus intereses corporativos como interés en el consumidor, lo harán. Como lo hemos mencionado las leyes mexicanas sobre los alimentos y el mundo alrededor es un parche tras parche legislativo donde usted y lo que se mete a la boca para nutrirse queda al último.