Energía eléctrica, su generación y procesos industriales más intensivos van ganando aún más espacio en las ecuaciones económicas contra variables como materias primas, mano de obra barata, o acceso a mercados.

Esta energía del futuro presente debe contar con dos características, confiable y limpia. Es decir, ahí todo el tiempo, sin variaciones de voltaje o periodos de interrupción, y de fuentes verificablemente limpias.

Por declaraciones y políticas usted pudiera creer que AMLO está en contra de las energías renovables, al tacharlas de sofismas, descalificar las eólicas por afear el paisaje y robar el aire, o las solares por desbalancear el sistema de CFE.

En los hechos las políticas energéticas son las voluntades del presidente, y estas ampliarán las brechas socioeconómicas norte-sur; a Puebla le irá, y ya le está yendo, mal.

Los 3 mil millones de pesos invertidos por hogares privados a lo largo del país en paneles o las 450 mil hectáreas potenciales para solares que anunciaba Barbosa a inicios de su administración están esperando la guillotina de la reforma energética; si es que el TMEC no la detuvo ya.

Mientras, en Puerto Peñasco, CFE recibía luz verde la quincena pasada para invertir 10 mil millones de pesos en el sexto proyecto solar más grande del mundo. Este llevaba meses en escritorio, pero esperar el relevo morenista de Alfonso Durazo era vital para evitar a la priista Claudia Pavlovich.

No solo es el bombo del anuncio, el gobierno de Sonora se llevará una jugosa tajada del 46% de las utilidades. Mensos no son para jugar el juego.

A su vez, el domingo pasado, la federación autorizó terminar la pantomima en Topolobampo con una consulta de proporción soviética, 82% a favor.

Recordemos que la planta de amoniaco, propuesta por la suizo-alemana Proman, lleva 10 años detenida, lo último por problemáticas medioambientales.

Trabar el proyecto con una consulta al pueblo yoreme-mayo, usados como utilería política, fue la manera de repetir el mismo relevo PRI-MORENA, ahora con el entrante gobernador Rocha Moya.

El amoniaco es la base de la urea, el fertilizante más usado del país, y del que importamos su totalidad. La única capacidad instalada del país está en Veracruz, en el complejo de PEMEX de Cosoleacaque, donde el desdén e incapacidad de echarla a andar chocan con Romero Oropeza, Rocío Nahle y Bartlett.

Extensiones y distritos de riego (arrebatados a sangre de pueblos originarios), políticas capitalizadoras neoliberales, y en general la histórica inversión agropecuaria subvencionada por el estado en el norte crearon dos realidades agropecuarias en el país.

Privar al sur-sureste de energía renovable y fertilizantes nacionales es solidificar esas diferencias regionales para las siguientes generaciones; y eso que el sur-sureste en general está gobernado por MORENA.

El proyecto energético de Sonora-Sinaloa, conducido visiblemente por el priista Francisco Labastida, avanza. Mientras, en Puebla, el proyecto energético de Barbosa Huerta ligado a las fobias del presidente con Iberdrola y el sexenio calderonista con el panista Roberto Gil Zuarth, ha recibido el feo desde CFE, SENER, y PEMEX. Peor que cometer el pecado original.

Fin de maromas para SEMARNAT y Albores

Gracias a la consulta ciudadana en Topolobampo y a la derogación de una urbanización en San Luis Potosí en el Parque Nacional de Gogorrón y la Sierra de San Miguelito, impulsada por las denuncias del periodista Julio Astillero, parece que la dependencia va cerrando sus controversiales carpetas.

Y aunque queda pendiente Dos Bocas y su manglar, el impacto del aeropuerto Felipe Ángeles, la devastación de la selva por el Tren Maya, o la contaminación de CFE por las plantas de hidrocarburos, el decretazo de AMLO de etiquetar todo proyecto de seguridad nacional evitará cualquier aduana ambiental y que la SEMARNAT tenga que dar maromas para complacer a la administración y sus caprichos. Lamentablemente, otro florerazo.