Han pasado 35 años desde que estuve en mi primera competencia donde busque ser el Iroman, y como lo he señalado anteriormente el participar en un triatlón no significa el ganar una medalla, con el simple hecho de competir, ya que no importa tanto el lugar en el que llegues, sino terminarlo dentro del tiempo máximo que acuerden los organizadores.
Y es en la organización donde hay que poner a volar esa imaginación, el planear el recorrido; ver la ruta que se va a seguir durante la competencia, el estado de los caminos por donde va a pasar la bicicleta, y después correr, y que el competidor pueda dar el mayor de sus esfuerzos.
Aclaremos destalles, uno de ellos, no podemos utilizar una pista de bicicross para que vayan los triatletas, cada detalle de la seguridad es básico, pero sobre todo que el competidor sueñe en el trayecto.
“Que ese espacio de agua, aún cuando se trate de una simple alberca, que cuando toque la prueba de nado, el competidor piense que es un gran lago, que el camino para bicicleta sea visto como la mejor pista, y que en el medio maratón sueñe con la ovación de los asistentes, y ser ese Ironman”
A los que participamos en triatlones y después, como es mi caso, participar en la organización de los mismos, es importante poder aprovechar cualquier lugar donde se puede nadar.
Así fue como pude participar por primera vez después de un par de veces más en el triatlón de San Juan Epatlán en Puebla. Es una laguna donde las autoridades municipales permitieron que pudiera realizarse.
Recuerdo nuevamente a Salomón Jauli, mi gran amigo, el iniciador de la carrera maratón en Puebla, y me lo imagino pensando cómo sería la primera competencia de éste nivel.
El personaje al que siempre se le recordará pudo cruzar el Canal de la Mancha, el Estrecho de Bering, y manejaba la imaginación, e hizo soñar a miles de poblanos que salían a correr recibiendo el apoyo de familiares y la sociedad.
Pero para el Triatlón hay que tener la visión, pues él pensó en Alchichica para practicar la disciplina, y después recorrer en bicicleta decenas de kilómetros, y posteriormente un medio maratón en la capital.
En mi caso como organizador pensé en Epatlán, un lugar de la Mixteca donde el agua no es tan gélida como en el primer volcán, el escenario es de contrastes, pues se cruzan algunos municipios como Izúcar, pasar por la zona cañera, ver de reojo Atlixco, para llega a Puebla.
Es un triatlón muy plano, el desgaste tal vez pueda ser menor al de otros lugares, pero no hay que perder de vista que uno nunca puede confiarse, ya que en cualquier momento los cambios de clima, el viento afectan.
Ya como organizador me doy cuenta que aquí no podemos perder de vista que cualquier lugar donde puedas nadar más 25 metros sin parar es un buen lugar para poder organizar un triatlón.
Si hay interés de participar se puede utilizar una alberca de alguna unidad deportiva, hacer el recorrido de al menos un kilómetro, subirse a la bicicleta, pedalear unos 40 kilómetros, y posiblemente diseñar un circuito para el medio maratón.
Así los organizadores deben emplear la imaginación para poder cumplir el sueños de los competidores, y disfrutar los retos.
Como competidor uno se concentra, y si nada en una alberca, posiblemente no se piense en ello hasta que termine la competencia, ya que su meta es competir y concluir.