Sólo unos descerebrados o unos asesinos a sueldo pudieron ser parte de los hechos ocurridos en el estadio La Corregidora de Querétaro.
Jamás imaginé ver imágenes de un padre tirado en el césped cubriendo a su hijo para que no lo golpearan, mientras un sujeto con la camiseta de Los Gallos y un aparato de radiocomunicación lo agrede; o a la familia que corre con el niño sin camiseta para evitar más agresiones, todos tomados de las manos; o el padre que abraza a su hijo invidente con el jersey rojinegro quien no comprende la histeria que ahí se vive.
Un escenario dantesco en un lugar en donde lo que debería reinar es la convivencia familiar y la natural emoción que despierta el fútbol.
Todos, entre la noche del sábado y la madrugada del domingo, a través de las redes fuimos testigos de una barbarie comparable a las ejecuciones del crimen organizado.
El fútbol debiera ser un motivo de unión, de convivencia y de deleite por ese bello deporte. Sin embargo, este se contaminó en la década de los noventa cuando a un “inteligente” del Club Pachuca, se le ocurrió importar el modelo sudamericano de las “barras bravas”. Esos llamados grupos de animación, no están integrados por el aficionado común, ese padre de familia que compra los boletos y va a apoyar a su equipo, sino que están conformadas en buena medida por pandilleros, que lo mismo hacen destrozos en sus barrios, que delinquen o enfrentan a golpes a las barras rivales.
En el caso de Querétaro, no era un secreto que esa barra tuviera antecedentes de violencia. Su rivalidad desembocada en violencia entre la barra de Gallos y la de Zorros ya era era considerada una especie de clásico, en donde estaba prácticamente garantizada una batalla campal.
Ambas barras están infestadas de delincuentes, en donde es común ver incrustados a miembros del crimen organizado, sean huachicoleros, narquillos o hasta vulgares sicarios.
Los miembros de estas bandas, barras o cárteles, dígales como quiera, son unos auténticos descerebrados que ante la primera oportunidad, agreden con sadismo.
En las primeras horas pasada la barbaridad se apuntaba a un brutal enfrentamiento entre barras. Con el paso de las horas, la realidad es que abundan imágenes que demuestran una especie de indolencia y hasta posible complicidad de parte de la directiva del equipo y particularmente de los vigilantes del estadio.
La izquierda que politizó
Y en medio de este mar revuelto, llamó la atención que un bloque que se dice de izquierda, haya aprovechado la noche y la mañana del domingo para responsabilizar al gobernador Mauricio Kuri de los hechos, culpándolo de la violencia y hasta exigiendo su renuncia.
Uno de los mensajes más burdos fue el de Epigmenio Ibarra, prácticamente vocero de Andrés Manuel quien en su cuenta de Twitter escribió “En el muy panista estado de Querétaro, duerme y opera sin sobresaltos el crimen organizado. Como en Guanajuato, también panista, lo domina todo. Los atroces crímenes en el Estadio Corregidora, muestran que ahí el conservadurismo, engendró el huevo de la serpiente”.
Y así hubo otros mensajes dirigidos hacia un gobernador panista, de un estado que se encuentra muy cercano a la capital del país, y que ganó por amplio margen la elección.
En su calentura tuitera, a los mensajeros de Morena se les olvidó mencionar el caso Zacatecas, los fusilados de Michoacán y la violencia que se está presentando en estados gobernados por su gente.
¿Cómo pedir la renuncia del gobernador de Querétaro y no pedir la de los gobernadores de Michoacán, Zacatecas o Veracruz?
¿Caja china por la Casa Gris?
Si retomamos los hechos del sábado, hay que recordar que los integrantes de la barra queretana pudieron llegar a la grada de la barra atlista gracias a que el personal de seguridad les abre la reja para que vayan a acribillar a la fanaticada contraria. Las denuncias que hay por parte de los rojinegros, sobre la advertencia en las redes sociales que les esperaba una sorpresa están claramente plasmadas, con nombres y apellidos de los agresores.
Esta teoría de la conspiración, que originalmente parecía digna de una serie de Epigmenio, con el paso de las horas ha tomado mayor forma y parece no debe ser descartada.
Si consideramos que la 4T no termina de salir del escándalo de la Casa Gris, ni del conflicto de corrupción de Julio Scherer que involucra a por lo menos una docena de altos funcionarios y al audio escándalo de Gertz Manero con la SCJN y que debiera ser motivo de la inmediata renuncia del Fiscal General; aunado a que el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, es considerado uno de los presidenciables por el PAN, la barbarie en el fútbol parece caerle “como anillo al dedo” a López Obrador.
No deja de ser una simple teoría generada por muchos de los datos circulados ayer en redes, pero que por supuesto, siembran grandes dudas.
¿En qué va a terminar esta historia?
Seguramente veremos a un gobernador aplicado en ajusticiar y encarcelar a estos trogloditas, sabedor de que está en juego su futuro político que hoy por hoy parece estar sujeto al éxito de sus acciones y sus reacciones.
De ahí sabremos si tiene los tamaños para subirse al barco del 2024 o si es uno más de los devaluados políticos que abundan en México.
Veremos y diremos.